martes, 8 de mayo de 2012

El viaje de la memoria

Leo: "Los vivos quieren tener una vida de ficción y los personajes de ficción quieren tener una vida real". La frase es de Woody Allen. La verdad es que yo suelo conformarme con la vida que llevo, y atraviesa mis pupilas. Salgo del máster tras hacer balance de lo sentido en las prácticas y me acompañan (más bien, acompaño) a mis amigas E. y A. Su conversación está plagada de paraísos en el aire y restablece en la memoria serenidad, colores que solo existen en la memoria y en el cine, y hasta pasajes de libros. A mí las palabras, como al hidalgo Alonso Quijano, me suscitan una pasión que se parece a la locura. "¡Toma nota: Martín López-Vega!", le digo a A. para despedirme, aunque tal vez, supongo, debí recomendárselo también a E. Uno tiende a ser un desastre. Qué le vamos a hacer. Vuelvo a casa, ahora, pensando en los nuevos libros que tengo en mente mientras escribo estas líneas (La luna en el British Bar, Ajuste de cuentas, Narcolepsia, Maneras de estar solo) e imagino que uno va cogiendo trenes felices, trenes oportunos que le reconcilian consigo mismo y con el mundo. Porque sabe que no es tarde, y aún hay tiempo. Como expresó Julio Llamazares, los recuerdos simplemente se suceden. O para decirlo con el autor de Poo de Llanes: "El viaje de la memoria es siempre un viaje que tiene mucho de azar".

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