lunes, 29 de noviembre de 2010

Somos

Somos: "Sí, sí, por lastimado y jodido que uno esté, siempre puede uno encontrar contemporáneos en cualquier lugar del tiempo y compatriotas en cualquier lugar del mundo. Y cada vez que eso ocurre, y mientras eso dura, uno tiene la suerte de sentir que es algo en la infinita soledad del universo: algo más que una ridícula mota de polvo, algo más que un fugaz momentito" (Eduardo Galeano).

29

Su andar era muy pausado: llevaba todo el peso del mundo.

viernes, 26 de noviembre de 2010

27

El latido es el ladrido del corazón.

El curso de las cosas

De El libro de los abrazos: "Ni diez personas iban a los últimos recitales del poeta español Blas de Otero. Pero cuando Blas de Otero murió, muchos miles de personas acudieron al homenaje fúnebre que se le hizo en una plaza de toros de Madrid. Él no se enteró".


Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, Siglo XXI de España Editores, S. A. , 1999.

jueves, 25 de noviembre de 2010

1

Toda la razón del hombre reside en la utopía.

Seguir luchando

En estos días he releído “España en los diarios de mi vejez”, del escritor y pintor argentino Ernesto Sábato, es uno de esos libros de numerosos apuntes y notas de viaje que no se abandonará, por su gran dignidad moral y la lucha del autor por alcanzar un horizonte certero, desde el cual poder reflexionar sobre la grandeza de la vida humana. Copio: “Desde su raíz oscura, la vida busca un lugar donde volver a nacer. Y en tiempos de catástrofes como es el nuestro, los hombres se ven obligados a demostrar cuántos de ellos conservan aún su pertenencia a lo genuino, a lo humano. Solo el que lleve en sí al menos una mínima parte de la raíz primordial será capaz de guardar aquel manantial oculto del que surge el coraje para seguir luchando”.


Ernesto Sabato, España en los diarios de mi vejez,  Seix Barral, 2oo4.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El árbol

Cerca de una aldea somnolienta llamada Kami-ichi hice una breve pausa para visitar un famoso árbol sagrado. Estaba en un pequeño bosque próximo a la carretera pública, aunque sobre una colina. Cuando me adentré en el bosque me encontré una especie de valle en miniatura rodeado por tres lados de acantilados y bajos, sobre los que crecían unos pinos inmensos, de una edad incalculable. De pronto, por puro azar, una mujer afable y formal. Su rostro era agradable y su juventud de una belleza poco común. Me miraba con confianza sonriendo a la vez dulce y radiante. “¿Qué estará pensando?”. “¿Querrá conocer a alguien?”. No dudé y me acerqué. No sé por qué comenzó a hablarme alegre de arte, literatura y música. En el transcurso de nuestra conversación, yo empecé, sin saber muy bien, a entender su idioma y le pedí que me dejara besarla. Ella lo hizo y me quedé obnubilado. “¿Quedamos mañana a la misma hora?” me dijo. Y aunque no me agradan los compromisos a corto plazo y aún menos con desconocidas, decidí aceptar. Parecía como si la conociera de siempre, ¿qué podía hacer en tal caso? Es indudable que su belleza era única. Además, había algo muy agradable en sus suaves ojos azules.
Llegué allí, a aquel rincón en el que me encontraba a salvo del mundo, por la mañana, poco antes de las ocho. Hacía un frío de mil demonios, solo llevaba puesto un traje fino y ligero, pero ¿por qué no habría de ser dichoso? El bosque era tan hermoso, el cielo encima de él tan azul y fascinante, las nubes allá en la altura tan amenas, los árboles de la orilla opuesta tan variados y de tan exquisito colorido, el prado tan suave y el arroyo que regalaba aquel prado solitario tan refrescante que tendría que estar loco para no sentirme dichoso. Ya dije que hacía un frío espantoso pero poco importaba. Todo era jazmín y zumbaba y se afanaba y resonaba y ganduleaba. Las ocho, las ocho y media, las nueve menos veinte, las nueve menos diez. Las nueve. Es natural que ustedes se pregunten que por qué no la dejé plantada. Pero yo soy un hombre de palabra, cuando digo una cosa, la cumplo. Además era una muchacha de una belleza incandescente. Estaba positivamente helado: me dolían los pies cansados, me dolían las manos, me dolía el pecho, sobre todo el pecho. Las diez menos veinticinco, las diez menos veinte, las diez menos cuarto. Ya muy cansado, triste. Llegó la hora de partir, y ella no apareció. No la he vuelto a ver. Quedé intrigado. No he podido aclarar si aquella mujer quiso descargar su conciencia o si solo trató de burlarse sutilmente de mis inquietudes de amante. Y es que “Demasiado tiempo, demasiada sed para conformarnos con un breve sorbo la única vez”, pienso ahora.

martes, 23 de noviembre de 2010

Hay días

"Cuando uno no anhela combatir más contra los molinos, algo irremediable se apodera del alma del hombre" (Ernesto Sábato).

Otro día

Desde los ventanales del café La Corte me pongo a mirar el tumulto de la ciudad, tan antigua como encantadora. Las calles comienzan a abarrotarse y el tráfico de la calle Uría me trae de nuevo a nuestra Gran Vía de Bilbao. Parece que algunas calles, por intensas, nunca nos han abandonado. Luego inevitablemente miro aquello que da encanto a la vida, que la enamora: prisas, ansiedades, vergüenzas, impacientes soledades, inalcanzables utopías. Pienso en la gente y me doy cuenta de que están todos de fiesta, que la vida es una fiesta maravillosa, en la que se cantan y se bailan las mismas añoranzas, como las del viejo París que cantó Hemingway. Pasa otro día, saboreo su aroma que trepa a mi memoria, tratando de buscar afanosamente el hilo de Ariadna para hacer más llevadera esta realidad de crisis y lucha.

lunes, 22 de noviembre de 2010

26

Guardaré en un pañuelo aquella sonrisa incandescente.

Si alguien toca un día a tu puerta

Si alguien toca un día a tu puerta,
Diciendo que es un emisario mío
No creas, ni aunque sea yo;
Que mi vanidoso orgullo no intentaría
Tocar siquiera la puerta irreal del cielo.
Pero si, naturalmente, y sin oír
A alguien tocar, la puerta fueras a abrir
Y encontraras alguien como a la espera
De tocar, medita un poco.
Ese era Mi emisario y yo y lo que intenta
Mi orgullo que desespera
¡Abre a quién no llama a tu puerta!   (Fernando Pessoa)


Charla productiva con R. mientras hacemos balance, y me invita a un agua. Le doy mi enhorabuena y me siento feliz: no suelen ganar premios los buenos libros. Luego, en el Departamental, le abro la puerta a Martín (aunque él debiera abrirla). "Pase usted". "¿Ya se te ha pasado el enfado del Asturias Joven?" "¿Enfado? Siento decirte que yo no entiendo de enfados". "Es cuestión de suerte", dice. "Tarde o temprano ganarás". "Hace mucho que no vienes, ¿por qué no te pasas por la tertulia?". "¡Pásate, hombre...! ¡Pásate por la tertulia...!" -me insiste varias veces. El caso es que siempre he sabido que yo era alguien, pero ahora por fin se han percatado de ello.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Ismael Serrano - Duermes - Tony Rovira

El futuro es espacio

“El futuro es espacio, / espacio color de tierra, / color de nube, / color de agua, de aire, / espacio negro para muchos sueños, / espacio blanco para toda la nieve, / para toda la música”, admitía Neruda. Hoy la lluvia, ya leve, canta humilde. Aunque la vida suma y sigue y habita todo sin contar conmigo, yo sé que el futuro, ancho como un abrazo, seducirá a mi latido y vendrán días que me iluminarán, porque estarás tú.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Salgo a la calle

De Pessoa: "Cuando duermo muchos sueños, salgo a la calle, con los ojos abiertos, todavía con el rastro y la seguridad de ellos".

Hombre que espera una canción

En mi retina el comienzo de "Si nadie habla de las cosas que importan", del joven Jon McGregor: "Si escuchas, se oye. Si guardas silencio, al pie de un jardín, en medio de una calle, en una azotea. Se nota más por la noche, cuando el sonido se expande con mayor nitidez sobre las superficies, cuando el canto alcanza ese lugar de tu interior. En su mayor parte es una canción sin letra, pero aun así canción, y quienquiera que la oiga sabrá qué canta. Y canta más alto cuando identificas las notas". Y en estos días en que uno espera, se contenta con algunas cosas, no pocas: el perfume del día, observar la ciudad, el intenso girar del mundo, recordar que tu sonrisa es bálsamo suave, reconocer mi rostro en el espejo, hacer volar maravillado la cometa de niño, tratar de dormir sin los fantasmas del insomnio, abrigar a la esperanza incólume, viajar contigo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

25

Estar vivo es algo así como emprender el viaje rutilante por la Vía Láctea que lleva hasta ti.

jueves, 18 de noviembre de 2010

24

Como un astronauta perdido en órbita, así uno cuando deambula a la deriva por la ciudad.

Planes

Cuando por fin te encuentre, el verano me traerá aquella noche en el puerto de Barcelona, ancha y luminosa. Nos saludará el ajetreo de Plaza Colón con su manojo de sueños entre las manos y tú dormirás tranquila exhalando alientos, con los días que habrán de venir, con todo el fondo del mar meciéndose en tu interior, mientras se adhiere, complaciente, a tus pestañas.

Un hombre pregunta a sus lectores

1. Si usted escribiera un libro con ideas novedosas, ¿dejaría de leer para no perder originalidad?
2. ¿Qué puede haber de común entre obras tan dispares como El jugador, Libro del desasosiego, Cosmopolitas o el Ulises de Joyce?
3. Las razones de mil seres humanos para sentirse vivos ¿son más que las razones de uno solo?
4. Dígame alguna otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ¿puede?
5. ¿Hay alguna novela del racionalismo con más ideas que Crimen y castigo?
6. ¿Qué quiere usted decir cuando afirma que “no entiende” un poema?
7. ¿Fueron las palabras las que hicieron Palabra sobre palabra, de Ángel González, o fue al revés?
8. ¿Es cierto que nadie podrá crear un personaje más grande que él mismo?
9. ¿Duermen, estupefactos y pasivos, los personajes de un libro cuando nadie lo está leyendo?
10. En su opinión, ¿qué es más difícil escribir: una novela o un diario?.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cosas inconfesables

Brilla el mar en Gijón, para mí solo, tal como predije. Solo le cuento cosas inconfesables. Él me escucha silencioso y atento. Antes tomo algo con Fany en el café Velázquez, mientras soñamos mundos mejores. De vuelta, renovado y fuerte, releo unos versos de Jaroslav Seifert: "Agita un pañuelo blanco / el que se despide. / Cada día acaba algo, / acaba algo muy hermoso".

martes, 16 de noviembre de 2010

Charles Simic



En Dietario voluble Enrique Vila-Matas dice, a través de un artículo de Martín López-Vega, que quizá no haya en la poesía norteamericana actual, si exceptuamos a John Ashbery (considerado el máximo exponente de la segunda mitad del siglo XX, si bien Eliot lo fue de la primera), poeta más relevante que el maestro surrealista Charles Simic.
Y mientras estoy en mi café habitual, donde me parece haber estado siempre, pienso que a veces es harto difícil encontrar todos los libros de un mismo autor traducidos al castellano. Así ocurre con Simic, de quien nos advierte Vila-Matas: ir en su busca es "ir a la caza solo de dos títulos: El mundo no se acaba, con traducción y prólogo de Mario Lucarda, y Desmontando el silencio, antología preparada por Jordi Doce.


Enrique Vila-Matas, Dietario voluble, Anagrama, 2oo8.

lunes, 15 de noviembre de 2010

El ocaso del pensamiento

"Los parques son desiertos positivos" (E. M. Cioran).

Como una vieja alacena

1
Con pasajeros
miro la ventanilla,
y viajo solo.


2
Llega la noche.
Quisiera ser al menos
luz de farol.


3
Pienso en la rosa.
Viento de barlovento
que se marchita.


4
Aún París
con ojos de ventana
está mirándome.


5
Una barcaza
pasa lanzando un grito
de vapor blanco.


6
Una paloma
vuela al atardecer
y cierra el día.


7
El jardinero
está leyendo hojas
de almanaque.

domingo, 14 de noviembre de 2010

23

Nueva York es un bosque de edificios.

Día tras día

Siento las Obras completas de Wolfang Borchert como un libro emotivo y de una fuerza inmensa a pesar de ser conciso; y a su autor muerto a temprana edad como a un amigo, en el sentido cercano y casi entrañable de la palabra.

sábado, 13 de noviembre de 2010

22

El escritor quiere escribir su mundo y acaba escribiendo el mundo de los demás.

Libre tránsito

Leo Tal día como hoy, de Peter Stamm: "En la Gard du Nord, Andreas tomó el tren de cercanías hacia Deuil-la-Barre. Tomaba todos los días el mismo tren. Observaba el rostro de los demás viajeros, rostros de los que no podía inferirse nada. Andreas miraba por la ventana. Veía los andenes, los edificios industriales y los almacenes, a veces algún árbol aislado, los postes para las farolas, los muros de ladrillo y hormigón cubiertos de grafitos. Sentía como si viera colores solamente, ocre, amarillo, blanco, plata, un rojo sin brillo y el azul acuoso del cielo. Eran poco más de las siete, pero el tiempo no parecía tener importancia". Y uno que es otro porque te has marchado, adivina tu sombra en el asiento contiguo. Y viaja a tu lado, con calma cándida, mientras contempla suspendidos los días que se marcharon brillando entre los andenes y el azul del cielo, sobre la nada.


Peter Stamm, Tal día como hoy, Editorial Acantilado, 2oo7.

viernes, 12 de noviembre de 2010

21

Del pensamiento solo deberían hablar E. M. Cioran o Michael Ende.

Al caer la tarde

Recuerdo las palabras de uno de los relatos de Wolfang Borchert que repitió, con voz ronca, uno de los viajeros en el tren de cercanías, al caer la tarde: "Están en el aire. En la noche. Oh, están en la noche. Por eso no hay quien duerma. Solo por eso. Ahí están pura y simplemente las voces, créanme, no son más que las voces". Llegamos a la estación indicada. Descendemos. Es Noviembre. Miramos alrededor temblando entre la niebla y las calles están vacías y sin deseo. Aunque se oyen murmullos viejos, sabidos por repetidos. Porque sí, "son los muertos, los muchos, muchos muertos que no saben adónde ir". Lo imaginamos. Y el caso es que continuamos con nuestro viaje a sabiendas de que, estemos donde estemos, no nos dejarán encontrar la calma ni soñar con mundos mejores, pues aún vivimos.

jueves, 11 de noviembre de 2010

20

Entre delirio y distancia somos promesa palpitante, pues sentimos.

La canción gris-roja-verde de la gran ciudad

Bocas rojas, que arden desde sombras grises,
arrullan una dulce patraña.
Y la luna sonríe de verde dorada
a través de un haz de niebla.

Calles grises, tejados rojos,
y en medio una luz verde.
De camino a casa, vocea un borrachín tardío
de cara rugosa.

Piedra gris y sangre roja...
Mañana temprano todo irá bien.
Mañana pasará volando una hoja verde
sobre una ciudad gris.


Wolfang Borchert, Obras completas (Traducción y epílogo de Fernando Aramburu), Laetoli, 2oo7.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

19

La verdadera vida es cuanto habría sido y, a fin de cuentas, no soy.

Sesión continua

Un buen día decidí, inapelable a la par que categóricamente, quedar con una muchacha para ir al cine. Poseía una gran belleza que dejaba sin aliento. Su perfección y su belleza recordaban a las de una estatua.
Entramos a ver una película dirigida por Fritz Lang. Era de esas pelis antiguas, saben, de ésas en blanco y negro en que hay muchos tiros y mucha intriga.
Pero por desgracia antes del final se estropeó la cinta. Entonces prendieron de súbito las luces de la sala —éramos muy pocos los asistentes—. —No es culpa de ellos—pensé. Apareció un hombre que, sin apresurarse, nos contó el final de la película “por razones técnicas”, nos dijo.
Salimos a la calle. Pese a todo me sentía feliz, y tras una breve reflexión, sugerí con timidez:
—¿Tomamos algo?. Pero no me respondió.
Acto seguido se apagaron las luces de las farolas en la calle incierta. Ella desapareció huyendo hacia Dios sabe dónde. Y una voz de ultratumba vino sin prisas a explicarme lo que uno, al fin y al cabo, ya temía...

martes, 9 de noviembre de 2010

Las horas de insomnio

1
Está a mi lado,
sentada en una cómoda,
la madrugada.

2
Le pregunté:
¿Vendrás a molestarme
todas las noches?

3
Cualquier París,
intangible y volátil,
es un perfume.

4
Sin ti, sin mí
el sol nace y se apaga.
Y soy consciente.

5
En un oasis
de bosque o arboleda
ni una hoja.

6
Solo la flor
que se derrama fiel
es flor total.

7
Ventana abierta.
Noviembre se ha instalado
en los parterres.

8
En el avión
debajo de nosotros,
cielo encauzado.

9
Me veo allí
desde donde ahora
estoy de nuevo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

18

Soy, en este instante lo siento, un espectador en una película supuesta.

La disculpa

"Empujar a alguien y, sin pedir una disculpa, separarse, ¡Cuánta grosería hay en este gesto! Recuerdo a Heine que, cuando llegó a París, buscaba ser empujado únicamente para oír la disculpa". (Marina Tsvietáieva).

domingo, 7 de noviembre de 2010

17

En el tren de la mañana, a las 8:30, el tiempo se deshace en tres palabras: pasajeros, rutina, bostezos.

Lluvia

Me levanté a eso de las once. Sombría luminosidad. Viento y frío. Fuera llueve. Dentro también. "La lluvia es una cosa / que sin duda sucede en el pasado" decía Borges en un soneto. Y yo continúo pensando con Saray en nuestro París principal, y me adhiero a la humedad de los recuerdos sabiendo que el porvenir será hoy.

sábado, 6 de noviembre de 2010

16

En mí hay muchas ciudades. Pero mi ciudad principal es París. En mí hay muchos ríos pero mi río principal es el Sena.

Habita en nosotros

Marguerite Yourcenar, al hablar de su estancia en un hotel de Tokio, nos dice: "En esta habitación trivial, sin lazo alguno con el pasado (y por esa razón se es más uno mismo), en medio de un día o de una noche cualquiera, ocurre este milagro de repente, esa gracia que a veces desciende: no un instante de felicidad, pues la felicidad no se cuenta por instantes, sino la conciencia repentina de que la dicha habita en nosotros."


Marguerite Yourcenar, Una vuelta por mi cárcel, Ediciones Alfaguara, 1993.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Desgarradura


"Los filósofos escriben para los profesores; los pensadores, para los escritores".

"Existir es un plagio".

"En el Zoo, todos los animales se comportan decentemente salvo los monos. Se nota que el hombre no anda muy lejos".

"Eternidad. Me pregunto cómo he podido articular tantas veces esta palabra sin perder la razón".

"Enviar un libro a alguien es cometer una efración, un allanamiento de morada; es usurpar su soledad, lo más sagrado que posee, y obligarle a renunciar a sí mismo para que piense en pensamientos ajenos".

"Estar cansado no solamente de lo que se ha deseado sino de lo que hubiera podido desear. De todo deseo posible, en realidad".

"No, el aire no me falta, pero no sé qué hacer con él, no entiendo por qué debo respirar..."

"Todo es nada, incluso la conciencia de la nada".

"Más aún que en el poema, es en el aforismo donde la palabra es dios".


E. M. Cioran, Desgarradura, Editorial Tusquests, 2oo4.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Al mismo tiempo

Moritz Hermann: "Nadie se conocerá a sí mismo mientras solo sea uno mismo y no, al mismo tiempo, otra persona".

El encuentro

"Por la mañana desayuné en un pequeño bar", nos dice Zbigniew Herbert, "fresco como una bodega. Enfrente de mí se había sentado un hombre de cabello gris, sin afeitar, de ojos achinados, cuya postura me recordaba a la de un boxeador retirado. Me recordó al Hemingway que conocía de las fotografías, pero resultó que era Ezra Pound (me lo comentó lleno de orgullo el propietario del local). La persona adecuada en el lugar adecuado. El hombre impulsivo se habría encontrado perfectamente a gusto en compañía de los Baglioni".


Zbigniew Herbert, Un bárbaro en el jardín, Acantilado, 2o1o.

15

Tengo una certeza: ser feliz hasta en los días inciertos.

martes, 2 de noviembre de 2010

Urgencia de lo mejor

Si admiro tanto a John Cheever es por aseveraciones como ésta: "¿Qué debo evitar? Lo artificial, lo que carezca de vitalidad".

lunes, 1 de noviembre de 2010

La mosca

Me estaba molestando una mosca. Yo la espantaba, pero ella volvía, así que la volvía a espantar. Finalmente me dijo:
-Conque no, ¿eh? Vale, esperaré a que...
Se apartó un poco y se posó sobre un perro muerto.
-¿A qué?-pregunté.
No contestó. Y yo no insistí, temiendo conocer ya la respuesta.


Stawomir Mrozek, La mosca, Acantilado, 2oo5.