Estás llegando a la ciudad tranquila
donde ella espera. Estalla la luz de marzo
haciendo brillar la piel de los transeúntes,
y los días que nos tocan vivir.
Y el corazón descansa,
merecidamente,
en un sueño plagado
de dalias luminosas que se abren.
La sonrisa se congela en la cara
y hay un batir de alas
que guardamos como un tesoro
y aromas inciertos para un futuro.
La imaginas, en un café,
atareada leyendo a Llamazares o a Lorca.
Sigues con tu viaje, y allí,
casi a la vuelta de la esquina, está ella.
Todo empieza y todo acaba
en el hueco de sus manos limpias.
Vuelve la primavera
y un nuevo libro me trae un nuevo comienzo.
Sucesivos planes como cada mañana,
como nuestra cita que me salva del naufragio.
Hago balance. Sigo pensando en ti.
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