sábado, 3 de marzo de 2012

Avilés me demanda otro rostro

Me recupero de las fiebres, con mi gran torpeza, y de la tos más larga que viví (aún me quema el pecho) volviendo a Avilés -ya era hora- que está más viva que nunca, y la tarde de marzo te adivina y te nombra. Todo me parece cercano. Todo me parece importante. Todo es urgente. Me embriaga entonces una sensación de irrealidad. Pasan los transeúntes. Todos traen prisas sucesivas. Y una hermosa muchacha corre a pesar del viento caprichoso y me recuerda a ti, que te llamas Detallismo y Expresión tranquila, y eso me hace sentir vivo. Un rayo luminoso centellea sobre la calle Llanoponte. Me siento luego con Lorca en torno a las horas lentas pero constantes, y en torno al buen café del Atrio. Leo frases como: "La sombra de mi alma / huye por un ocaso de alfabetos, / niebla de libros / y palabras", "Yo tengo sed de aromas y de risas. / Sed de cantares nuevos / sin lunas y sin lirios, / y sin amores muertos". Es lo que tiene la poesía: expresa la incertidumbre o el amor que produce ver cómo hiela el abismo peligroso de una ausencia. Allá va Lorca, referencia ineludible, compañero de mil batallas, autor de hermosas canciones y poemas que te traen entre la efervescencia bulliciosa hasta mis sienes. Las cosas van a ir bien. Quedará para siempre en mi memoria este primer sábado de marzo con alma gigantesca, en que regresas prendida en mi recuerdo. Y en que te agradezco mil veces que coincidamos, porque en el vacío que dejas caben todas las palabras. Quizá por eso vuelvo.

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