Guárdame las calles hasta que vuelva
con nervios e ilusión.
Miraré las manos
y haré repaso de otros viajes,
y en ellos estará Astillero
y las caras conocidas
y los domingos de la infancia
que sedan el alma.
Háblale de mí, desconcertada,
a la playa de Oriñón
donde sigue el dinosaurio
que me hizo sentir menos solo,
cuando había vendaval.
Dile a Santoña que la echo en falta
y que se pare el tráfico y el olvido
y, como en la huelga,
perdones mi retraso.
Cómo pasa el tiempo.
Y aquí seguimos. En el viaje.
Los recuerdos
vuelan como retazos incadescentes.
Y tanta ansiedad encharca los pulmones.
Guarda los niños en bicicleta,
la aurora que tú y yo habitamos,
el candil que aún tiembla entre la nada,
hasta que regrese,
con las primeras luces.
Seremos otros y mejores.
Y soñaré entonces en voz alta
ya que, pues vivo, acaricio alguna huida.
¡Vaya mañana!¡No se puede hacer nada!
ResponderEliminarMuy buena la poesía, tienes talento, no cabe duda. Un saludo, Miguel
¡Vaya mañana!!! No dejan a uno hacer nada... Se te echa en falta, don Víctor. Visca Barsa!! Abrazos, y gracias
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