viernes, 28 de septiembre de 2012

Pasión para fotófobos

Caigo en el vicio de tus ojos, disparo de la luz. Lo había dejado de tanto cambiar de lugar y casa, de casa y lugar. No me entero. Lo intenté. Lo intenté. Puede que sea la pasión, como dicen por ahí, que balancea mi corazón dormido. La pasión es un estado de ánimo aunque me lleve la contraria a mí mismo. La pasión para cualquiera que junte besos, líneas o recuerdos. Porque existe para todo el mundo que analice e interiorice, no importa dónde te encuentres ni quién seas; si eres renovado o renovable, pensante o pensado. La pasión alabeada cae sobre ti en un espacio casi imposible, y te apasiona, te ralentiza y te engulle, te salpica de luciérnagas, si hay suerte... Bendita pasión que no es baldía, de mares y de huracanes de interior, que no me entere yo que te maltratan, que alguien te ignora en el bolsillo del alma, te provoca y te estrella, que alguien te ortiga, te acorrala, te convierte en olvido o simplemente te saca del paraíso. Con tanto ruido, ya digo, no había podido escuchar el disparo de tu luz que me abre sus páginas. Y ahora concilio así un sueño que habita en mí, en el eco de mi frontera, y crece, como la cola de los parados.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Maquillaje exprés

Es septiembre, que a uno siempre puede resultarle fascinante. Despedimos el verano. A pesar de su marcha, o quizá por ello, el olvido golpea todo y uno, todavía escritor joven, sigue con la novela a cuestas y con las oposiciones de futuro. Somos otros, austerianos y distantes. Pero aún así no nos rendimos, aquí estamos, y, entre tanto, recordamos las promesas que nos hicimos. Es hora de cumplirlas. Empiezo para variar un nuevo poemario de desahogo, Maquillaje exprés, título por cortesía de mi querida amiga Patri, genial como siempre (uno, como snob, intenta estar a la última). Llevará poemas sin conexión aparente, sin maquillar más que lo justo (porque uno está como quien busca espejismos o salidas de emergencia). Continuamos pidiendo la paz y la palabra, siendo fieles a nosotros mismos. Qué bueno empezar nuevos libros, nuevos poemas. Ojalá que os gusten.



BILLETE PARA UN VIAJE AIR XANAX

Nunca he oído hablar de Xanax, dije.
Es una droga distinta a cuanto ha visto.
Siga las instrucciones -querrá tomarla-,
y dirá adiós a todo
y se convertirá e un vulgar zombi,
en un ser de párpados cerrados
que no llamará la atención.

Podrá, si no se resigna,
volar a través de las ciudades
y las corrientes bifurcadas
espantando a la anestesia
de días pasados.

Le garantizo que, cumplido el tiempo,
no se enterará
de que ya no sigue con los pies en la tierra.



LOS OJOS ABIERTOS

(Marguerite Yourcenar)

Tengo varias religiones, como patrias.
No pertenezco quizás
a ninguna de ellas.



CAUTELOSA MÁQUINA

La máquina,
vieja máquina de escribir,
que es nueva de alguna forma,
cicatriz siquiera,
murmullo.
Le quita el rencor a lo que pienso,
porque, contra lo que creen
los transcendentalistas del oficio
-que no expresan nada-
escribir en una máquina
es menos comprometido
que escribir la tinta.

La pronuncio.
La devoro en mi sombra.
La someto al alcance
de lo visible.
La rescato
hasta los escombros de la luz.

Estaba escrito,
sigo fiel a mi máquina,
delira,
teclea alegremente
el silencio de última hora
que está en nosotros como a nuestro alrededor.
Por tanto, la máquina,
respiración nocturna,
colchón vacío,
dice las verdades de plomo.
Es cuanto necesito saber.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Isla-Máster

La isla. Una isla en el corazón. No es que la isla se vuelva silencio y peso con el tiempo. No, tampoco es eso. Anoche, sin nervios ni disimulo, soñé que salía de clase, de aquel viejo máster de profesorado en el que las luciérnagas se escondían en los pupitres, de aquel edificio mítico y mágico donde nos buscábamos y nos desencontrábamos vagando absortos, donde alguien me decía "Ésta es tu isla, macho, aquí te quedas". La isla ligera en el aire que respiro hondamente e ilumina mi mediodía, en secreto, para no dar sospechas a los morlocks fotófobos. La isla, estamos presos en la isla y con la literatura en crisis. Parece que no tiene historia pero la tiene. Vivimos en la isla mucho más de lo queremos admitir. Quien más y quien menos guarda lugares en los que fue mejor. Vuelve la luz de una isla que yo creía apagada para siempre, regresa así, sin que necesitemos muchas más razones. En sueños mis pasos se dirigen a ella: dan un paseo por la sala de ordenadores, se pierden en la cafetería pidiendo una lenta cerveza con sabor a otras tardes y se paran ante la puerta S-26. Pero la puerta está cerrada y han cambiado la clase al edificio Norte, plagado de identidades que dicen los psicosomáticos. El tiempo es un barco que solo naufraga cuando ya no tenemos ganas de navegar en él. Lo que pasó ayer pasó hace una eternidad. A veces parece que todo transcurre allí, arrastro pedazos de madera que son recuerdo. Qué pena. Qué desaliento. Es la isla de las cosas que ya no existen pero no me importa: allí está mucha de la gente que más aprecio. Navego a mi vieja isla al otro lado de La Gesta, a mi aula que ya no es mi aula, con finos showmans y libros dialécticos, y me hundo en el mar del olvido y sé que allí está todo. Tediosa, edificante, robinsónica, imaginativa, con ojos colegiales, disparatada, dictatorial, latente (diría Freud). ¿Encalla un barco cada día? ¿Encalla un barco cada año? Miro y callo. El barco encalla de vez en cuando, de tarde en tarde y me digo: felices meses. Felices hasta que se me ahogue el barco del corazón sin llegar a ella. Por fin la isla. Sí, la isla. Una isla que amo mientras el mar me mata.

martes, 18 de septiembre de 2012

Vámonos

La casa en el campo, silenciosa en la noche, perdida y acompañada, me trae tu nombre. Ya está, pronto nos veremos, y trato de aplacar los nervios. Quiero dormir hasta estar a tu lado. Tengo ganas de verte, qué sé yo. Sé que tu presencia trae lo que un sol luminoso al verano que ahora marcha. Comienza en ti este otoño, en ti árbol abierto, que me ofrece sus ramas. Hay mujeres que dan para un libro y mujeres que son un relato breve. Tú mujer con hojas, eres Eva expulsada del Paraíso. Yo, Ulises, triste viajero que regresa. La ciudad está cerca y lejos. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Ítaca. Hay que pensar en tantas cosas: la novela, nuestra próxima huida, los sueños por habitar, buscando luciérnagas que se esconden. Vámonos, pequeña, al frío. Cada comienzo es un horizonte. Todo es un relámpago en tu risa.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cita

Fui feliz y sigo siéndolo aunque el frío glacial se congele en mi camisa e Ítaca se vaya deshabitando.
Estos días son largos. Hago repaso de lo vivido y los recuerdos son aleteos de mariposas fugaces haciendo vuelo rasante. Todo un reto poner nombre a las puestas-atardeceres, empezar mi novela que encuentra todas las ilusiones que uno quiere. Aquí Ulises. Aquí un náufrago en busca de un hotel disparatado en que sentirse niño. Son tiempos difíciles. Mañana no estaré en el País Incertidumbre. Mañana no será lo que Dios quiera, y nos cubriremos de certezas. Me quedan demasiadas cosas por vivir y aprender. Momentos frágiles. Somos los que fuimos. O los que seremos. Qué sé yo. Cómo pasa el tiempo. Nace un amor más justo, mejor. Ése que soñaron esos otros que conformaron al yo que soy ahora. Ése que se sube predido a los trenes del futuro, a los cafés de Heineken y de risas disparatadas. Con la llama de Prometeo alumbro la vieja casa, ahuyento a los morlocks que se tercian, con libros de Paul Auster o palabras incesantes. También con veracidad y autenticidad. Te diría que sigo soñando y trabajando mis escritos y te diría bien. En esas estamos. Y ando inquieto. Con todo por hacer. Con nuestro encuentro por llegar. Estoy llegando a la cita. No queda nada.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La vieja casa


Terminó la mudanza,


y yo vuelvo.

Fuimos felices en el máster

con un sol cegador.



Vuelvo como un animal cansado

entre el delirio y la cordura

como James Mathew Barrie

con los hermanos Llewelyn Davies,

aunque quizá nunca me fui.



Vuelvo a Ballota, a la vieja casa,

pequeño universo desierto

perezoso, que bosteza,

regreso al roce de los acantilados

y a las nubes primigenias,

al viejo lugar

donde siempre somos jóvenes.



Trae el horizonte, vestido de septiembre,

un nuevo comienzo,

ladridos de perro al amanecer.

Palpo la escalera desconcertada,

tallo nuestros nombres en los árboles,

esos mismos que escribía en los pupitres,

mientras termino etapas y versos

preparando futuras citas.



Pero a lo que íbamos. Seguimos el viaje.

Vuelvo y huele a recuerdo la vieja casa.

Abriremos todas las ventanas.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Luz radiante y luego oscuridad

"Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana".




sábado, 1 de septiembre de 2012

Lo que fue nuestro



A pesar de los años, o quizá por ellos, apreciamos desde la distancia la esencia de los días felices.