miércoles, 23 de abril de 2014

Tuve un sueño

Créanme ustedes, como un escritor sin éxito vivo feliz en mi burbuja, escuchando el martilleo de mis versos, jugando con mi prosa libre, con planteamientos fosfóricos que decirte los martes, con las puertas entornadas, esperando nuestro encuentro sin una pena de muerte. Como tengo ojos en la cara quedo con mi psicoanalista, el mar, que me dice que los secretos extratemporales que me aterran salgan a la luz. Los sueños nos vuelven  más tontos las más de las veces. Y yo sigo soñando. Tengo en cuenta a mis sueños a la hora de tomar cualquier decisión. Llevo la cuenta de todo. No hay taxonomía que me clasifique. De las citas literarias. De nuestros viajes venideros sin anestesia. Sé que estaremos en Teruel, una tarde, en verano. De los restos del que hubiera sido. Repaso alguna gran ciudad perdida que se gana, que me hace perder la cabeza. Como tú en mi vida. Eres todas las mujeres y sonríes en todas las bocas. Recuerdo, repentina e inexplicablemente, a Kenneth Rexroth, quien habla en su poema de un tío suyo y de su convencimiento de que existe, en alguna parte, un doble de cada uno de nosotros. Todos nos topamos con otras personas, que portan rostros diversos e interfieren en nuestras vidas. Es Martín López-Vega quien habla: "Todas las caras que uno ha visto a lo largo de su vida / se organizan en series misteriosas; y cada uno  / de nuestros amigos, cada uno de nuestros amores, / coincide misteriosamente con algunos otros / en algún rasgo que creíamos único, en la manera de mover las manos, / en el gesto de respuesta a un comentario cariñoso". Y estoy de acuerdo. ¿Dónde fue, en Italia, con los pies molidos? ¿Eras tú la única capaz de hacer de cada instante un instante único? ¿Me diste tú el billete que me trajo lentamente desde París? ¿Te besé en la Rambla en un día sin mácula? ¿Eres el ángel de la salvación que me sirve tarta cierta sin gesto perezoso con la camiseta más sexy, por encima de la conversación vana y el deseo? Cuanto podía esperar tú me lo has dado. Me despierto de las ensoñaciones sabiendo que hay personas que son la parte de mí que a mí me falta. Te has ido con la luz que ilumina el mundo pero no te has ido del todo, en la nostalgia y el vacío está tu sonrisa, en la música secreta del recogimiento oigo tu voz, y aun en soledad siento tu fugitiva compañía. Como la vida misma: siempre huyendo de nosotros mismos para acabar por encontrarnos en cualquier parte.


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