jueves, 18 de abril de 2013
Leyenda de la Tertulia Visionaria
En la Tertulia, con la puerta cerrada
para muchos pero siempre abierta al 
personal, había algunos -los menos- 
que se negaban al rollo porque daban
caramelos envenenados. Un rebaño de 
ovejas pastaba en los pasillos del 
café-bar con libros de viejo, todo se
movía que dijera Galileo. Esto de la 
Tertulia era más bien el cementerio de 
las conversaciones sibilinas y 
silabeantes, en un simulacro de 
velocidad como ocurre con todo lo 
malo (esto ya lo veía yo entonces). 
Un lector de Kafka habría visto como 
personajes kafkianos a aquellos 
desclasados sin mucho refugio y así.
Pero voy viendo que esto es tema que
puede dar para mucho. Solo diré,
recapitulador y optimista, que allí
había mucho bombero / Farenheit que 
quemaba libros con ingenio. Y así les
va. Esta mañana he pasado junto al 
café-cementerio y estaba ardiendo.
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