domingo, 3 de marzo de 2013

Cuestión de distancia

Entrar en una librería de saldo es abstracto y desolado para cualquier escritor impresionable, es como la paráfrasis recelosa del olvido: en sus nichos de madera y barricada ya los libros tienen una belleza que entristece, una sombra sin color que vive y se desvive por esa ciudad de notable desentendimiento.

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