No abandono nunca
mi llaga de silencio y peso
o por ahí, los gatos menores y cursis,
una gata centáurica y rara
que pasea por caminos de escarpadura
y lagartos y lo mira todo
con ojos de niña lista por encima
del mogollón de replicantes.
Mi cuarto, de unos quince metros cuadrados.
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