Mandé a la palabra rimar,
ella no me obedeció.
Habló en mar, en cielo, en rosa,
en griego, en silencio, en prosa.
Parecía fuera de sí,
la sílaba silenciosa.
Mandé a la frase soñar,
y ella se fue por un laberinto.
Hacer poesía, yo siento, apenas eso.
Dar órdenes a un ejército,
para conquistar un imperio extinto.
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