Suerte de anhelo nuestros pasos, mi mirada
descalza, sobrevive por encima
del embate de kilómetros y de truenos
que nos separan a menudo. No he de quejarme.
Se va noviembre y te escribo, tan otoño,
de un lado para otro, porque Gijón
retrata en las olas de la playa de San Lorenzo
tu pelo de arena
donde la vida se resuelve, ése
en el que navego sin nada qué hacer o decir.
Las aguas fluyen en el Ébano, como los acertijos,
fluye la sangre de los corazones
partidos por esta crisis cruel
que trata de corromper nuestro carácter,
y recuerdo tu voz, que ahuyenta todos los miedos.
Todas las mañanas son las primeras
cuando persiguen tu perfume amable
que dibuja el lugar del espejismo
donde me siento a salvo.
El té está listo, y aquí estamos. Se va noviembre,
con su terca verdad,
soñando caballos azules como Lorca
o madrugadas eternas. Seguimos en el viaje
que es dulce y luminoso en tu sonrisa que centellea,
como un pequeño milagro de poder hipnótico.
Aún es noviembre, aunque ya termina,
y yo medito estas líneas que aún no te he escrito
tras esta tempestad, que me trae tu calma,
donde tú y yo nos encontramos.
viernes, 30 de noviembre de 2012
martes, 27 de noviembre de 2012
Mi sí a las puertas
Las puertas, por un conjunto de
azares, me han enseñado muchas
cosas de mí mismo. La primera que
atravesé me sentó regular pero me
he dado cuenta de que cada minuto
es valiosísimo. Me dejo llevar por
mis instintos. Defino sensaciones
y sentimientos. Los silencios pesan
más que cualquier ruido. Nunca vas
a saber qué hay más allá si no
atraviesas esa puerta.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Un poema breve
De todas las mujeres, impaciente por verte todo yo,
te escojo a ti, en medio de ellas,
que recorres los versos y papeles que te debo.
A ti que te recuerdo de madrugada
y de día te recuerdo.
La memoria es una hoguera
que nunca deja de arder,
aguantando el embate del olvido,
y vivimos respirando sus cenizas,
lo dijo el poeta. De todas las mujeres, en semáforos rojos
y en llamadas de teléfono,
te elijo a ti, fragilidad de mis días,
que me haces ser ese hombre perdido
que se salva en lo que escribió, sintió
o imaginó a la luz de nuestros lugares-tardes.
El caso es que es otoño y yo te escojo a ti.
A ti, tu luminosidad adolescente,
paraíso prohibido, país aún imaginado.
te escojo a ti, en medio de ellas,
que recorres los versos y papeles que te debo.
A ti que te recuerdo de madrugada
y de día te recuerdo.
La memoria es una hoguera
que nunca deja de arder,
aguantando el embate del olvido,
y vivimos respirando sus cenizas,
lo dijo el poeta. De todas las mujeres, en semáforos rojos
y en llamadas de teléfono,
te elijo a ti, fragilidad de mis días,
que me haces ser ese hombre perdido
que se salva en lo que escribió, sintió
o imaginó a la luz de nuestros lugares-tardes.
El caso es que es otoño y yo te escojo a ti.
A ti, tu luminosidad adolescente,
paraíso prohibido, país aún imaginado.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Más allá de los sueños
(Por la mañana). A veces me da por leer algunos libros de Paul Auster. En cuanto abro uno nuevo guardo sus frases interesantes en un pañuelo. "Para escribir sobre mí mismo tenía que tratarme como si fuera otro". "La realidad es mucho más misteriosa de lo que estamos dispuestos a creer". "He vivido años con la idea de un libro antes de escribirlo". "El azar es parte de la realidad". Cierro el libro que dejo en la mesita. Me sorprende ver en Paul Auster alguna de mis preocupaciones de posteridad. Ya las tiene en sus novelas. Hay obras que nos dan la espalda, miran a otro lado. No quieren encontrarse con nuestra mirada. No ocurre así con las novelas de Paul Auster. Pienso entonces en mi novela en marcha. Aquella que según Max, su protagonista, me hará pasarme ocho horas al día buscando palabras a ciencia cierta; mejor aún, palabras permanentes en el suelo, alicaídas, para supongo no apartarme de mi propósito. Recuerdo así las palabras de Ainara, no hace tanto: -¿Tu novela se parecerá a la peli de ese actor bajito? -¿Más allá de los sueños? -Sí, esa. -Puede que sí, le digo yo. Uno siempre tuvo algo de Chris Nielson, a uno le dio a veces por navegar los cuadros pintados y volar por los aires como el eterno Peter Pan. Uno también sería capaz de abandonar el cielo por el infierno con tal de estar al lado de Annie. Así están las cosas. Las cosas que se condensan y adensan. Los espejos aún me reflejan y el hotel de mi novela abre sus puertas. Mi novela tiene mucho que pintar. Quiero pintar mucho mi novela.
domingo, 18 de noviembre de 2012
Todo nos irá bien
Tiempos difíciles, sin duda, pero todo nos irá bien
en nuestra ciudad de torreones altos.
A ti, con tu autenticidad de mármol,
resistiendo el embate de las heladas.
A mí, que persigo tu dulce sombra,
el fiero susurro de tu presencia.
Se trata de rescatar la cercanía
atravesando nieblas y tempestades con su barro,
lanzar una bengala si hay naufragio
porque allí estaré para nadar en tus certezas.
Yo solo sé hablarte, insomne,
prometerte lugares innombrados,
a menudo.
Sabes que estás a tiempo, aún con frío,
de buscar salidas de emergencia
o paraísos nuevos, de incendiar la mañana
con el perfume que tienes en el pecho.
Cuando viene la tristeza a buscarte
me visto de urgencia y de versos,
del modo que tienes de llamarme
y de la ciudad que siempre habitamos.
Te voy a echar de menos.
Esta semana volveremos a lo de antes.
No vivamos con miedo ni aterrados.
Todo nos irá bien, somos quienes somos,
simplemente eso, y no sé qué decirte,
solo que estoy aquí,
para darte el calor de mis días,
versos y pétalos de risa,
abrazos del recuerdo
y toda la luz renovada
de este mundo disparatado
que mece nuestras dudas. Qué ganas de verte.
en nuestra ciudad de torreones altos.
A ti, con tu autenticidad de mármol,
resistiendo el embate de las heladas.
A mí, que persigo tu dulce sombra,
el fiero susurro de tu presencia.
Se trata de rescatar la cercanía
atravesando nieblas y tempestades con su barro,
lanzar una bengala si hay naufragio
porque allí estaré para nadar en tus certezas.
Yo solo sé hablarte, insomne,
prometerte lugares innombrados,
a menudo.
Sabes que estás a tiempo, aún con frío,
de buscar salidas de emergencia
o paraísos nuevos, de incendiar la mañana
con el perfume que tienes en el pecho.
Cuando viene la tristeza a buscarte
me visto de urgencia y de versos,
del modo que tienes de llamarme
y de la ciudad que siempre habitamos.
Te voy a echar de menos.
Esta semana volveremos a lo de antes.
No vivamos con miedo ni aterrados.
Todo nos irá bien, somos quienes somos,
simplemente eso, y no sé qué decirte,
solo que estoy aquí,
para darte el calor de mis días,
versos y pétalos de risa,
abrazos del recuerdo
y toda la luz renovada
de este mundo disparatado
que mece nuestras dudas. Qué ganas de verte.
martes, 13 de noviembre de 2012
Para Ander
A ti, Ander, que recién llegas /
y la eternidad son cinco minutos, /
los mismos que te miro. /
A ti que eres explorador, /
madeja de nube, /
sonrisa radiante /
cargada de paz y de verdades. /
Cuando subes a la luna /
tienes la llama del candil /
debajo de tu piel /
que todo lo ilumina /
en este mundo que a veces naufraga. /
A ti que eres jazmín /
que trepa por la vida /
como la sonrisa ante un recuerdo. /
A ti que eres, ilusionadamente, /
sobrino de espíritu y de razón
y de locura. /
Mientras duermes, nunca sueñas con
fantasmas equívocos. /
A ti, pequeño y frágil Ander, /
como te digo. / La ciudad nos
mira con tus ojos. /
Somos lo que somos porque tú
has llegado.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Para Ager
Te escribo, ya ves, para que
te acuerdes de mi voz a ti debida.
Te diré que tienes Sopelana en tus
bolsillos, el ruido de las gaviotas
que persiguen la playa de Ereaga,
las olas de un mar que no te deja
y suena en el hueco de tu abrazo,
el café Iruña, San Mamés que calma
la tristeza o los dolores. Te diré
eso y te diré la verdad. Eres del
camino. La vida es tan verdad como
tu cuna. Te escribo, Ager, porque
quisiera convencerte de que estar
vivo no es un fracaso. Tendrás
planes pendientes, tendrás un relato
al que dar argumento, tendrás un
viaje sin brújula y el calor de tu
gente, un lugar en el mundo desde
el que poder gritar al otro lado
de la ventana. Hoy es siempre
todavía. Eres la aurora esperando
tu mirada, rugiente e invencible,
como luciérnaga inquieta. Que no
me entere yo que no te valoran, que
alguien te desprecia, o simplemente
quiere pasarte por encima. La tierra
vasca es la tierra prometida. Hay
mucho de poética en ella. Y el
futuro nos llama con tu voz, tiene
tu aliento.
martes, 6 de noviembre de 2012
Si estuvieras aquí
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