jueves, 31 de mayo de 2012

La encrucijada


"El enigma (y la razón final) de las encrucijadas tiene su explicación precisamente en la propia sustancia de la duda" (Julio Llamazares).

miércoles, 30 de mayo de 2012

En la vida como en Prison Break

Sigo escribiendo de la misma manera, a simple vista, aunque me cuesta más de lo que debiera. Definitivamente llego a Oviedo bien temprano y me encuentro con la sonrisa luminosa y azul de C. (como cielo de verano). Me hago luego con Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina, y Agua quemada, de Carlos Fuentes. No sabe uno dónde va a meter ya tanto libro cuando lo que tendría que hacer es deshacerse de ellos, con la mudanza. Mientras tomo un café vigilo el vaho de la memoria que pasa delante de mí y me lleva, curiosamente, hasta Astillero. Clavo mis ojos en el yo de antes (probablemente el que continúo siendo) y me da por pensar que no cambiaría ningún café o charla por ningún libro. Creo que en eso se basa casi todo. Me da entonces por pensar, sea por lo que fuere, en Michael Scofield (Wentworth Miller), el personaje ficticio pero muy de verdad de Prison Break, la serie que estoy viendo, y que a veces tiene que ver contigo. De él se dice que sufre la llamada "inhibición latente": "Las personas que sufren de baja inhibición latente ven las cosas de todos los días como usted o como yo; esta lámpara por ejemplo. Pero, mientras que nosotros simplemente procesamos la imagen de la lámpara, ellos procesan todo. La pieza de metal que lo sostiene, la lámpara, los tornillos, todo lo que hay en el interior. Sus cerebros están más abiertos a los estímulos provenientes del entorno. El cerebro de otras personas -el suyo, el mío- no admiten esa información. Tenemos que hacerlo de esa forma para poder preservar nuestra cordura. Si alguien con un bajo cociente intelectual tiene una baja inhibición latente, casi seguramente termine con una enfermedad mental; pero alguien con un alto IQ, casi siempre da como resultado un genio de la creatividad", nos dice el doctor Brighton. Uno desea y precisa de costumbres, repeticiones, perseverancia, y entre ellas, una de las más decisivas, es la de la vida. "Se volvió muy permeable", añade, "al sufrimiento que había a su alrededor. No podía bloquearlo. Entonces se convirtió en un rescatador, una de esas personas que se preocupan más por el bienestar ajeno que por el propio". A uno le gustaría ser en un futuro (voluntariamente o no) así, como Mike Scofield, en busca de su Sara Tancredi. Porque sé, por decirlo como los poetas, que no es tarde.

domingo, 27 de mayo de 2012

El momento éste

Empiezo un nuevo tramo en mi vida de balance y reflexiones. Serán días de memoria y de futuro, de escritura eterna y luminosa, en primera línea de fuego. Se me ocurre un título para un libro de poemas con guiño a Ángel González incluido: Vivir lo mismo que si tú existieras. Las aulas ya están vacías y los docentes y los alumnos desmontan el escenario. Continuaré con mi Luna en el British Bar y mi nuevo capítulo, que pronto te enseñaré. Comienza así: "Algunas veces en el transcurso de un viaje he encontrado, por azar, hermosos lugares inexactos como ríos que uno nunca llega a entender -reflejos de mí mismo-, ciertos ríos que han seguido luego acompañándome, sin sobresaltos, después del regreso, y en los que he disfrutado, a la vez, de sus aguas que traían reflejadas las huellas de mi pasado -¿de qué son símbolo?-, y de aquellas otras en las que, obviamente, nunca podré bañarme dos veces, salvo iluminado por la luna del recuerdo". Nos vamos, pero con infinito agradecimiento al fin y al cabo. Volveremos algún día, no hay duda. Y durante largo rato quedaré así, quieto, asomado a la barandilla del puente, mirando como el Asón me atraviesa los párpados, mientras tiro piedras a la lisura de su olvido. Somos quienes fuimos y quienes no seremos.


viernes, 25 de mayo de 2012

El Manhattan de Llamazares

Suele hablarse mucho hoy de lo que signfica la amistad. Una amistad es una amistad. Hay amistades que sin crecer, crecen, como el eterno niño Peter Pan, amistades ordenadas y serias, que diría Julio Llamazares, amistades rampantes de las de tal vez o de las de solo porque sí u otras elegantes como Cary Grant. Existen amistades de despacio y buena letra, en las que-como pensaba Machado- el hacer bien las cosas importa más que el hacerlas. La mañana es azul y radiante. Entrego Oxímoron y otras luces, tomo algo con viejos amigos, escribo. Me encuentro luego a mi amiga A., cuya sonrisa va dejando ciudades encendidas con su luz de zafiro. -"¿Por qué no paseas?". Y pasea uno, entre el sol y la sombra, retrospectivamente, haciendo balance de lo que ha vivido. Abre El río del olvido (ahora puede leerlo calmadamente) y se fija, paciente, en el guiño que su autor, el de Vegamián, hace al viejo Woody Allen y su Manhattan. En aquella película el director comenzaba con una docena de inicios alternativos. Aquí se recurre a un par: "Son las ocho de la mañana de un claro y presumiblemente caluroso día de agosto..." O bien: "A las ocho de la mañana, en León, las calles y las plazas aparecen aún desiertas, húmedas todavía por el rocío de la madrugada". O, como se nos dice, "de un modo más humilde y prosaico": "Son las ocho de la mañana de un claro y presumiblemente caluroso día de agosto cuando el viajero, dormido todavía y con los ojos nublados por el sueño y la resaca, abandona León en su vehículo descuadernado..." Hay amistades, por lo visto -como mañanas neoyorquinas o leonesas- verdaderas, que andan sin prisa y cuyo encanto (anoto ahora) no se deshace nunca (al igual que el eterno niño Peter Pan). Siento ponerme cursi. Pero algunas veces, todavía hoy, me sé privilegiado.

jueves, 24 de mayo de 2012

La historia no ha terminado

Oigo al río del olvido, sigue alerta,

susurra tu nombre,

que genera nuevas dudas.

Seguimos luchando

por alternativas, avergonzados.

La vergüenza es para ellos,

en un mundo que no es el que nos dejan.



Ya sabes, te lo he dicho muchas veces,

que estás en los versos

de García Montero,

en todos los cafés en los que escribo

y en los espejos del pasado.

Ya sé. Te lo dije muchas veces.



Este será un año con verano,

cruzaré tus ojos,

veré a unos y a otros,

y acabaré de empezar mi novela

atrapando ráfagas de luciérnagas

que encierre la ciudad. No queda nada.



Aún albergo algo de esperanza.

Nuestro optimismo, implacable,

no detiene su marcha.

Y, mientras tú llegas,

seguiré viajando y vivo. Como siempre.

La historia anuncia algo nuevo, no ha terminado.


miércoles, 23 de mayo de 2012

El color del miedo

"Miedo. Por qué no confesar que tienes miedo. O, más bien, los miedos pequeños del mal, de la edad, de la enfermedad, el miedo de tu pelo, pájaro que hace nido en el nuevo día con temor y temblor de todo lo que sopla. El miedo de tu pie enfermo, convaleciente, que derrumba por dentro todo tu lado izquierdo, como una pared de cementerio. Un miedo antiguo y óxido que duele en la garganta. Miedo de los alcoholes, de la grisalla y la soledad del día, donde un teléfono que canta es una estela y una estrella, o la voz de la calle que te busca, pero miedo también de que te busquen. Miedo de esa ginebra que se te abre en la mente como una flor loca de palabras, como un daño indecible y amargo, como el calor frío del deshauciado.
Y de noche, ese miedo de las cuatro de la mañana, entre los tulipanes de la orina, las imágenes del día, claras y crueles como espadas, la verdad de las cosas, tan sencilla y sangrienta, que no viste despierto, y la sonrisa agraz de las personas, con su palabra falsa que no quisiste mirar. Miedo de vivir. La muerte no aparece nunca en mis miedos, pero estos miedos no pueden ser sino heraldos de la muerte.
Miedo a esta soledad que me engrandece, miedo dormido y despierto, solo hay un modo de curar el miedo: decir que tengo miedo".

"Aquí lo pongo".

domingo, 20 de mayo de 2012

La forja de un ladrón

Días gris y tormentoso. Uno desea mucho, espera poco y no pide nada. Abro La forja de un ladrón, de Umbral, que me acompaña a tantos lugares, y subrayo unas líneas que me parecen verdaderas:
"El cine es un sueño donde soñamos cosas muy bellas y muy tristes, pero siempre con frío en la cama, como si nos faltase una manta". "El tiempo tiene una cuarta dimensión, que es el cine".

viernes, 18 de mayo de 2012

Arden

Arden los bosques en el Bierzo y en mi pecho tu sonrisa. Unos niños corren tras la pelota, y mis sienes corren tras ellos por cualquier resquicio. El mundo solo empieza a estar claro con uno mismo.

Arde mi trabajo fin de máster y arde mi novela. Permanezco, oreado y aireado, atento a la realidad. Somos nómadas de movimiento en movimiento, rehenes del miedo y de la urgencia. Transito el recuerdo de estos días lluviosos y quebradizos.

Paseo mis soledades de poeta por la ciudad, me subo a la copa de los árboles del Parque San Francisco. Arde mi agradecimiento. Y arde tu mirada a la que le suena el ruido de mi escritura, a estas alturas. Son tiempos difíciles. Arden tu ausencia, el coste de la vida, y las escombreras de la infancia. Pero a lo que íbamos. Arden los bosques en el Bierzo; y en mi pecho, a simple vista, tu sonrisa. Ardo yo mismo con el vértigo del tiempo llamándome a voces, llenándome de nostalgia y de melancolía.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Postal (con música) desde El Congreso

Voy a guardarlo todo de este día:

el capítulo de mi novela (La luna en el British Bar)

titulado "Un mundo inabarcable",

en las manos de un sueño.

Voy a guardar lo que espera la vida de mí,

las largas horas con Lorena en El Congreso,

libre de inquietudes,

con su conversación tomada por el aire,

y por la risa, que abre camino en la nieve.



Guardaré todo eso: un susurro

diciendo: Vaya pelos que tengo,

los instantes hablando de las viejas amistades 

detrás de tanto mayo,

el camarero con una Heineken del tiempo

sin yo pedirla -es cuestión de gustos-,

y el paraíso que tengo enfrente

y el rumbo de las ocho de la tarde

y nuestra espera de un pasado imperfecto.



Ya ves, me pongo cursi.

Pero nunca voy a tener olvido de este día,

ni siquiera cuando todo acabe.




martes, 15 de mayo de 2012

lunes, 14 de mayo de 2012

Áspero miedo

Es mayo y las calles están vacías, con una certeza impertinente. Trato de ordenar algunos papeles, y termino mi investigación sobre el miedo. "La lectura no mancha, no va vestida de uniforme. Cuando un buen alumno se acerca a la lectura, o interviene en el aula, lo que sucede es que indaga en su entorno para instalarse en la realidad". Recupero luego mis rutinas de siempre, cuando te soñaba. Una mañana descalza. Voy en el tren de cercanías que parece un arca de Noé, un tren lento que para en todas las estaciones. En silencio, aparentemente fuera del ruido, observo a los pasajeros, compañeros cricunspectos del viaje. Se bajan algunas personas. Otro libro más. Esta vez releo el Diario (1932-1987), de Miguel Torga. Hay en él mucho de literatura. Tomo nota: "A lo mejor soy yo en parte el responsable de mi tristeza. En cuanto suelto una carcajada, se apodera de mí tal miedo a una posible desgracia, que enseguida me pongo a suspirar". Enseguida me pongo a suspirar. Confieso que me gusta esta ciudad que está detenida en el tiempo y le hace a uno detenerse en sí mismo. Le hace estar aquí y en otro lugar, con tu sonrisa, en una playa del sur. Qué sé yo. Las calles están vacías. Todas las plazas te esperan. Los miedos no son graves, siempre y cuando no nos nos paralicen. "Tenemos miedo pues amamos", decía Ismael Serrano, "con la voluntad voraz del que se sabe perdido sin la paz de tus abrazos, sin la analgesia dulce de la espera que antecede a tu llegada de algún viaje, promesa segura de saberse a salvo de los miedos y el reproche".

domingo, 13 de mayo de 2012

Amanecer (Oviedo)

El tren se ha detenido en la estación de una ciudad
cualquiera.

Tras los amorfos sueños grises de cemento, hay un
amanecer metálico y lechoso. Huele a café y a
corazón de lluvia.

Una mujer vende tabaco y periódicos del día con la
tinta fresca aún.

Voces. Rumor de pasos urgentes.

En los andenes, montones de viajeros y maletas.

Unos obreros suben al último vagón enormes fardos de
aburrimiento.

A lo lejos, un hombre pasa silbando una canción con las
manos hundidas en los bolsillos de la chaqueta.

Cuando el tren se va por fin, su silbido queda clavado
en el corazón de la ciudad como un cuchillo.

sábado, 12 de mayo de 2012

Galería de desconocidos

"En las ciudades no demasiado grandes es frecuente adquirir una cierta familiaridad con los rostros de algunos desconocidos. No sabemos nada de ellos y nunca hablaremos, pero una fracción de sus vidas se desliza ante nosotros, y solo nos llaman la atención cuando ya los hemos visto dos o tres veces, en el autobús, en alguna calle habitual, acudiendo deprisa a tareas que ignoramos, desayunando solos en una cafetería con expresión de cansancio" (Antonio Muñoz Molina).

viernes, 11 de mayo de 2012

La vida por delante

Cuando me da por un autor, me da de verdad, con los párpados rotos. Estoy con la lectura de El jinete polaco, he concluido Las apariencias, y ahora empiezo La vida por delante, de Antonio Muñoz Molina. Una selección esta última de artículos que el autor de Úbeda fue publicando en la revista dominical del País, allá por el año 1997. Cómo pasa el tiempo. Tengo que vivir lo que me queda, lo nunca visto, con voluntad, me digo con torpe paciencia mientras escribo mi nostalgia del futuro. Aquí os dejo, para estar a flote como un barco, y sin atarme al mástil como Ulises, algunos pensamientos suyos, que son los míos:

"Hay que tener un cuaderno, hay que llevarlo siempre a mano, en el bolsillo, en la bolsa de viaje, como se lleva un salvoconducto, hay que saber elegirlo".

"La hoja en blanco es el negativo de la página impresa".

"Uno desea y necesita costumbres, repeticiones, querencias".

"Envidio sobre todo los cuadernos que llevan los pintores, el de un amigo mío arquitecto que va dibujando en el curso de sus viajes bocetos de los edificios que ve y de los que imagina".

"Solo la fotografía nos enseña de verdad que quienes habitaron el pasado son nuestros semejantes".

"Cuántas vidas, cuántas músicas caben en un solo día: casi a la misma velocidad con que la experiencia y la memoria me llevan, de la mañana a la noche, de un lugar a otro".

"Dice Borges que en la literatura, contra lo que suele pensarse, no es infrecuente la maestría".

"El porvenir es un mundo desconocido, un inmenso país extranjero en el que, sin embargo, adquieren a veces la ciudadanía algunas obras o algunos recuerdos o sueños de los muertos".

Antonio Muñoz Molina, La vida por delante, Alfaguara, 2oo2.

Manhattan

Iremos algún día

a Manhattan,

a sus ventanas abiertas

que conocemos

por las palabras

de Muñoz Molina

donde todo es distrito

y es nostálgico.



Iremos, largos y felices,

con puentes y edficios entre los brazos,

Empire State, Chrysler, Rockfeller Center,

Broadway, Central Park, Harlem,

Chinatown,



iremos algún día,

nos borraremos para estar en la ciudad

del viejo Woody Allen

y así vestir de blanco y negro,

buscando a Annie Hall desesperadamente.



Mitigaremos nuestra neurosis

sin renunciar a nosotros,

desubriendo tu rostro

al final de todos los caminos.



Ya ves, me pongo cursi.

Iremos algún día a Manhattan. Por fin iremos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Mirando a la eternidad

"Cuando, en la oscuridad del cine, se encendía el proyector o, en la de mi habitación, la linterna se abría paso entre las sábanas, otra luz diferente se encendía ante mis ojos y me transportaba lejos del lugar en el que estaba" (Julio Llamazares).

martes, 8 de mayo de 2012

El viaje de la memoria

Leo: "Los vivos quieren tener una vida de ficción y los personajes de ficción quieren tener una vida real". La frase es de Woody Allen. La verdad es que yo suelo conformarme con la vida que llevo, y atraviesa mis pupilas. Salgo del máster tras hacer balance de lo sentido en las prácticas y me acompañan (más bien, acompaño) a mis amigas E. y A. Su conversación está plagada de paraísos en el aire y restablece en la memoria serenidad, colores que solo existen en la memoria y en el cine, y hasta pasajes de libros. A mí las palabras, como al hidalgo Alonso Quijano, me suscitan una pasión que se parece a la locura. "¡Toma nota: Martín López-Vega!", le digo a A. para despedirme, aunque tal vez, supongo, debí recomendárselo también a E. Uno tiende a ser un desastre. Qué le vamos a hacer. Vuelvo a casa, ahora, pensando en los nuevos libros que tengo en mente mientras escribo estas líneas (La luna en el British Bar, Ajuste de cuentas, Narcolepsia, Maneras de estar solo) e imagino que uno va cogiendo trenes felices, trenes oportunos que le reconcilian consigo mismo y con el mundo. Porque sabe que no es tarde, y aún hay tiempo. Como expresó Julio Llamazares, los recuerdos simplemente se suceden. O para decirlo con el autor de Poo de Llanes: "El viaje de la memoria es siempre un viaje que tiene mucho de azar".

La visita

"De vez en cuando viene una mujer -su recuerdo-, una vieja amiga, y su memoria se queda a vivir en la mía y su desnudo me da calor, frío, amistad, intimidad, despierto o dormido, y yo trabajo, escribo, leo, voy y vengo, y ella está ahí, donde no está, viviendo como entonces, vestida de su desnudo" (Francisco Umbral).

domingo, 6 de mayo de 2012

Siempre es viernes


Menos mal que, aunque el mundo se agriete, me queda un trozo de tu sonrisa que un día me perteneció. Y siempre es viernes si todo el café te está esperando.

sábado, 5 de mayo de 2012

Ser un instante

La certidumbre llega como un deslumbramiento.
Se existe por instantes de luz. O de tiniebla.
Lo demás son las horas, los telones de fondo,
el gris para el contraste. Lo demás es la nada.

Es un momento. El cuerpo se deshabita y deja
de ser la transparencia con que se ve a sí mismo.
Se incorpora a las cosas; se hace materia ajena
y podemos sentirlo desde un lugar remoto.

Yo recuerdo un instante en que París caía
sobre mí con el peso de una estrella apagada.
Recuerdo aquella lluvia total. París es triste.
Todo lo bello es triste mientras exista el tiempo.

Vivir es detenerse con el pie levantado,
es perder un peldaño, es ganar un segundo.
Cuando se mira un río pasar, no se ve el agua.
Vivir es ver el agua; detener su relieve.

Mi vagar se acodaba sobre el pretil de hierro
del Pont des Arts. De súbito, centelleó la vida.
Sobre el Sena llovía y el agua, acribillada,
se hizo piedra, ceniza de endurecida lava.

Nada altera su orden. Es tan sólo un latido
del ser que, por sorpresa, llega a ser perceptible.
Y se siente por dentro lo compacto del hierro,
y somos la mirada misma que nos traspasa.

La lucidez elige momentos imprevistos.
Como cuando en la sala de proyección, un fallo
interrumpe la acción, deja una foto fija.
Al pronto el ritmo sigue. Y sigue el hundimiento.

La pesada silueta de Louvre no se cuadraba
en el espacio. Estaba instalada en alguna
parte de mí, era un trozo de esa total conciencia
que hendía con su rayo la certeza absoluta.

Ser un instante. Verse inmerso entre otras cosas
que son. Después no hay nada. Después el universo
prosigue en el vacío su  muerte giratoria.
Pero por un mometo se detiene, viviendo.

Recuerdo que llovía sobre París. Los árboles
también eran eternos a la orilla. Al segundo,
las aguas reanudaron su curso y yo, de nuevo,
las miraba sin verlas, perderse bajo el puente.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Paseo entre las cosas que ya no existen

"Algunas noches, en el sueño, un pequeño fragmento de baldosa se convierte en una calle y esa calle en una ciudad, y yo vuelvo a pasear por ella. Es la ciudad de las cosas que ya no existen, pero no me importa: allí está mucha de la gente que yo más quiero" (Martín López-Vega).

martes, 1 de mayo de 2012

El poeta

El poeta enciende la televisión y se enfrenta al mundo para tratar de comprenderlo.

Al poeta no le gusta quejarse.

El poeta no es un erudito, ni un técnico, ni un científico, ni un coleccionista.

La literatura está a una distancia entre dos conciencias: la del poeta y la del lector.

El poeta es tozudo, es terco, es pertinaz.

El espacio público del poema -quizás el lector lo sepa- no aspira a nadar ni a guardar la ropa.

El poeta, como decía Cela, es un animal de costumbres.

El poeta, dueño de su futuro, está en contacto con el presente.

El autor descubre su calidad en el lector.

Fotografías en la distancia, el recuerdo del poeta sigue impreso en su memoria.