sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin de año

"Contigo me siento a salvo",

me susurra mi amor

y el inmenso mundo,

en primera línea de fuego,

parece detener su giro,

eterno e inviolable.



Asumo el reto de vivir,

tercamente, y el nuevo año

recién llega te nombra,

rumia su hastío

y yo, tan Ulises en Ogigia,

hago propósito de mejorar

en días venideros

porque nunca es tarde

y te extraño si me faltas.



Vivimos con miedo, aterrados,

con tu misiva a mi cita

tan diciembre,

y lanzo al aire mil preguntas

trastabillándome,

por estas calles que me recuerdan

a las que suelo habitar

últimamente.



"Me siento a salvo", dices

pasajera y urgente,

mientras pido que se aplaque la crisis,

que nos incendien los días

como naves ardiendo, renovadas y azules,

más allá de Orión.



Atónitamente abiertos

procuramos sonreir

a la ciudad que no quiere sonreirnos.

Y entonces, me apresuro despacio,

contigo, luciérnaga inquieta. Nunca es tarde.

viernes, 30 de diciembre de 2011

No todo está perdido

(18:15) En el café La Corte con tu sonrisa en mis sienes y cuidando mis palabras. Empiezo la lectura del Diario (Estados Unidos, 1946), de André Maurois, e Historias de cronopios y de famas, de Julio Cortázar. Del primero subrayo unas líneas de nieve que se atribuyen a Patton, y me resultan interesantes: "Si alguna vez os encontráis en situación muy apurada haced cualquier cosa, lo que se os ocurra. Cuanto más insensata sea vuestra decisión, mayor sorpresa causará sobre el enemigo, y la sorpresa es la que gana las batallas. Así, recordad este axioma: En el peligro, la acción". Y del segundo, una máxima perteneciente a "Manual de instrucciones", que da en mi vista, pacífica y obsesiva: "Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido". No todo está perdido me digo yo ahora en este año que termina, lleno de preguntas y respuestas, de nostalgias sin piedad. Sé que el futuro sigue siendo quedar para mañana. Y todo es decisivo. Recuerdo entonces unos versos del poeta: "Que se acabe la crisis, / república, salud y el amor de los tuyos, / mañana no será lo que Dios quiera, / este año es el nuestro y es valiente, / atreverse a nacer con la que está cayendo, / hoy me acuerdo de ti". Nunca es tarde para abrir las alas si me acuerdo de ti y remonto el vuelo.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Bienvenido, mundo

"Este mundo es absurdo, suele decirse. No. Este mundo es; no puede decirse otra cosa de él" (André Maurois).

El idioma

Si estoy aislado, solitario,
uno de mis trayectos preferidos
es el idioma.
Trato de estudiar frases de carrerilla
y el pensamiento avanza de palabra en palabra,
paso a paso, sílaba a sílaba;
y soy el dueño de un milímetro de universo.
Vivo adrede, y repito:
Soy Adán.
Abrazo el optimismo.
Leo a León Felipe o a Antonio Machado
como quien dice.
Te ofreceré Astillero, amor,
que estamos a viernes y, quien no corre, vuela.
¿Es este rostro mi rostro?
Sé que el café está servido
y diciembre te ama.
Que tengas un buen día.

Reconozco que a veces, de repente,
el idioma, coqueto y despectivo,
emerge del olvido
y se introduce sin permiso
en la corteza de mi asombro.
Soy viernes -susurro nervioso-.
Tu abrazo sé que es diciembre
y, quien no corre, te ama.
¿Es este rostro mi amor?
Te ofreceré a León Felipe
o a Antonio Machado
como quien vuela.
Estamos a Adán.
El optimismo está servido, y leo el café.
Que tengas un buen Astillero.

A menudo persigo perdido -y encontrado-
la realidad de las palabras.
La sintaxis es similar
a la de siempre,
pero el vocabulario
se llena de polvo y de sombra,
y se sale al jardín
a estirarse las piernas.
Sí. Es el idioma azul,
el idioma que se reitera
como un beso, el idioma
que permanece como una presencia
que se ata al clavo
ardiendo del recuerdo.
Apaguemos la luz,
entornemos los ojos
y procuremos repasar.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

lunes, 26 de diciembre de 2011

Miedo

Feroz e inhumano, el miedo intenta

controlarnos el futuro y la vida,

cada jazmín que nos atraviesa.

Y quiere distraernos, en esta sociedad

atomizada, borrar ciertos rostros y cuerpos,

cada promesa de una huida,

las veces que nos vestirá la madrugada,

cada instante de paz y su equilibrio.



El miedo nos desune, duerme en los portales.

Trata de marcar las sonrisas

al girar el rostro, cambia la tinta de los bolígrafos,

la piel que brilla con su luz de invierno

y nos rescata del temporal,

tanta espera,

la memoria y la pasión que tú y yo habitamos,

en qué orden aparece.



Y, ya sabes, iré a la calle,

ahora que nos queda todo por hacer,

pensando en ti, en nuestro regreso,

sin que el miedo malherido

me señale, me atenace,

me queme dentro del pecho.



El miedo no arderá de por vida

entre mis dudas. Hoy es siempre.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Pronóstico

Cuestión de barba: / ¿Tengo o no que afeitarme?. / Rostro intrigado.

Yo, tan Ulises, / borracho e invencible, / ya ves, te miro.

Pequeña y dulce / la mujer que me ame / me dará aire.

La vida es sueño / pero un sueño febril / que dura un punto.

Por el idioma, / no hay duda, sobrevives. / Sílaba a sílaba.

Los días pasan / y queda congelado / nuestro viaje.

Grita y recuerda / que aún no se hace noche / en tu sonrisa.

Tiemblas en mí, / ardiente supernova, / dulce y feroz.

Día de sol / que no quiere marcharse / hoy a su hora.

Y sin embargo / puede cambiar un cuerpo / un nombre triste.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Futuro

El insomnio araña el silencio, o al revés, qué sé yo. Me levanto tarde, como un gato intranquilo, y sigo trabajando en la revisión de un poemario (casi de madurez, quién me lo iba a decir). El tiempo ronronea y somos otros, pero más alegres como quien dice. Es absorvente tu ausencia, las sílabas que componen tu nombre, pero mi ánimo no quiere ser invierno, aunque este deshielo cambie la tinta de mi bolígrafo. En un rato me iré a la calle, a buscar el estrépito de un frío efervescente en medio de esta incertidumbre financiera. Siguen cerrando cafés, esta vez el Cibeles y, como en las puertas de Tanhauser, yo te busco sin demora. Hoy es siempre todavía, me digo, mientras miro la puerta que conduce al máster, cerrada por vacaciones, y vuelvo entonces cabizbajo, con el desierto en mi piel, hacia la sombra que es la tarde de esta nochebuena de sábado. La Facultad de Magisterio es la aurora esperando nuestro regreso, imagino. Quién pudiera estar allí, en mi isla, como Jack Shepard en la suya, pero hoy el diario no hablaba de nosotros, que diría Sabina. Si no se reconoce el mundo en nuestros pasos nada sabe de amor, ya te lo dije. Volveremos soñando labios y libélulas, más ciertos, más reales y menos solos. Al fin y al cabo, Facultad disparatada, sabes la verdad, toda la verdad, pero algo más que la verdad. Tú eres el libro que nunca terminaremos, el amor más civilizado, la piedra que se resbala al pie de la montaña o el paso mal dado en la escala de un balcón. Nada está escrito. No hay por qué cometer los mismos errores. Y te recuerdo, ventana hacia el futuro, camino nunca andado.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Esperando tu llegada

Son días intensos en los que, a pesar del desánimo y al borde de la vida, me atrevo a soñar con el color de tu sonrisa que es herramienta de futuro. Lo cierto es que sin ti, ya ves qué disparatado, todo transcurre con prisas, invadido por un rayo de nostalgia. Contigo, el estrépito de la ciudad es mágico y desmadejado. Te despediste pidiendo disculpas por la partida. Estos días son largos y tu ausencia grazna como un glaciar partido, llenándolo todo. Te has ido un instante y, a veces, me siento como un Peter Pan que grita tu nombre al otro lado de la calle. Escribo un poema mientras te espero (ése que no incluiré en el poemario). Tarareo alguna vieja canción. Tus susurros han de regresar, se decía el cantautor. Solo es que me muero por verte en exceso y se va resquebrajando mi tristeza con los nervios previos a nuestro encuentro tan otro año. La vida consiste en eso. Porque sé que volverás de tu viaje para ahuyentar a los miedos y reproches, para decirme que te gusta mi optimismo y recojer el libro que aún te debo, tú, que me recuerdas quién he sido, a dónde quiero llegar. Tú, que me das tu ánimo, esencia indispensable. Porque todo va a ir bien. Qué diablos. No puede ser de otra forma. Seremos otros y más alegres, con tu llegada terapéutica. El invierno sigue suspendido en el aire, oculto en su espejismo mientras, con un verso anclado en mi sien, me acuerdo de ti, febril y deseada. En esas estamos.

Fecundidad

Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Café

El Universo, sin duda, es hembra, se decía el viejo Umbral, y pienso yo ahora. Me espera Carmen, una chica entre las chicas, cuyo idioma es la dicha y la razón. Primores de lo cotidiano. Charlamos de esto y de lo otro, de gravedades emocionantes y alabeadas mientras me invita a un café, y me acerco a la Ítaca ansiada, buscando bombillas que nos alumbren. Queda todo por hacer aunque el tiempo es una joya excesivamente escasa. Pero hay quien dice que no todo está perdido. Aquí todo tiene remedio, "al otro lado de las cosas", que diría Rilke. Menos mi originalidad -imagino a veces-. Y está bien que así sea. Comienza un invierno que ya no hiere si la ciudad bosteza escuchando nuestra charla, que está entre dos paciencias. Mil gracias, amiga. Hay una edad en que el Universo es hembra y uno quiere poseerlo antes de morirse. Nos vemos pronto para pagarte esa que aún te debo, mientras el mundo juega a olvidar y la paz nos espera, desnuda y desarmada.

Ítaca en el British Bar

Cualquier sitio puede ser un lugar remoto, puede convertirse en Ítaca: París, Barcelona, Astillero... ciudades de nuestros adentros que lo son, en nosotros, por ser quienes han sido. También viajar es recordar a veces. Que todo sea igual, en fin, tan diferente todo. Eso es Ítaca, que es la escritura escribiéndose a sí misma, que es el escritor escribiendo sus ganas de escribir, como yo pinto ahora mis ganas de pintar. Lo más hermoso es siempre lo más inesperado. (¿Haiku?) Con pasajeros / miro la ventanilla, / y viajo solo. Ítaca puede estar en el British Bar del que habló Julio Llamazares, que es donde uno quisiera estar, con su viejo reloj de pared que preside la barra y en el que, milagrosamente, las agujas y el tiempo discurren al revés. "En el cais do Sodré, en Lisboa, hay un viejo café en que el tiempo no solo se ha detenido, sino que corre al revés. Mirando el reloj loco de Lisboa, el tiempo se me va de entre las manos y el pensamiento, ese reloj sin dueño, me lleva siempre lejos de allí". Siempre lejos de allí. Uno siempre está lejos ¿Lejos de dónde? No sé qué decirte; tal vez lejos de uno mismo, de todas las cosas que fue y de las que no será ya nunca. O sí. O qué sé yo. Puede que Ítaca se encuentre en las cosas que crees más necesarias, aquellas que te centran / descentran: la risa de alguien, ver dormir a la mujer que uno ama o planear una huida con ella, el brindis por el instante mientras la tarde cae, tu presencia que vibra en mi pecho soñando mundos mejores, hablarle a las olas ruidosas, agitadas. Quizá la suerte nos acompañe y quizá encontremos Ítaca algún día, ya verás. O no. Quizá viaje ya con nosotros, como el Bar British en el que nunca estuve (y a veces me acompaña), arrancándole las manecillas al reloj que nos mece, con ojos de pijama y luz de faro.



lunes, 19 de diciembre de 2011

Tu ausencia

Las doce y media. El día empieza bien, persiguiendo la cruz del sur. Le mando un sms a X: "Voy camino del Milán, ¿qué tal la musa más hermosa del planeta?" A lo que ésta (porque es mujer, con su olor de jazmín y de diciembre) me responde: "¿Vas al Milán?". Entre las rendijas de su sms interpreto que este mundo es un disparate total de totalidad. Digo "total de totalidad" porque los piropos ya no son lo que antes eran. Ya no ennoblecen a uno. Yo sé que viniendo de un poeta / poetastro es bastante pobre decir "la más hermosa del planeta". Pero en fin, uno tiene que alimentar sus defectos. No querría llegar a ser perfecto. No puedo por menos que empobrecer mis piropos para tener opciones subliminalmente. O quizá no. Lo dijo un positivista inglés, en el XIX: "Ser sentimental es asegurarse el éxito". Aunque no estoy muy seguro. Pero está bien, pudiera haber dicho: "Tu piel, luna creciente, brilla como lengua de glaciares, alumbrando la tarde de borrascas". O qué sé yo. Luego empiezo a divagar lo que soy. Yo soy el que se abre cada mañana, en un café estrecho, a parir una vida. No una vida cada día, sino siempre la misma. Yo soy el que hace balance de lo pendiente. Yo, con jazmín de olvido, ausencia que hiela, salgo al fin del café, ya muy tarde, habiendo vivido mucho, todos los días lo mismo, esa senda tuya que sabe a futuro. Yo, lleno de palpitaciones y de sueños. Literatura o vida. Es lo mismo. Vivo el día que pasa, el día que me pasa, vivo lo que me pasa, como un Baudelaire en pijama. Para terminar la jornada, mientras pienso con terquedad en los besos que aún debo, improviso, surgido quién sabe de dónde, un futuro sms para X: "Voy camino del Milán, ninfa de no sé qué mitología. No es que el mundo no tenga sentido con el desmayo de tu ausencia, sino que el sentido no tiene mundo".

domingo, 18 de diciembre de 2011

sábado, 17 de diciembre de 2011

Oxímoron

En este día en que mi memoria / pupila trae un pensamiento camuflado, nocturno o diurno; en este día profundamente dormido y mudo, al pie del espejismo, como si el mundo se hubiese parado en su tráfico implacable, como si se hubiera parado su tráfico, me viene una imagen próxima y pacífica, como inventada, soñada o creada / recreada: la supernova. Quizá con disfraz luminoso se pueden colar sinónimos de casi todo: verdad, rumor, transparencia. Quizá el futuro es quedar para mañana (lo que me salva "al otro lado de las cosas", que diría Rilke). Es la supernova de entonces, una de las que hablé en este diario, que viene de un mundo joven y da en mi vista, galaxia en espiral donde se rompe el espejo de las horas, que han sabido esperar en todas las esquinas. Una luz sigilosa, larga igual que lo perdido, forma parte de mí. Dichosa tú, supernova, que conservas razones para cuidar tu claridad en estos días convulsos, esos en los que cae la nieve. Yo sé que tu luz es uno de los míos y arde en mi pecho. "Yo, bebedor de Whisky, en tu beso conozco la ginebra", se dijo el poeta. Sé que las cosas van a ir bien (como siempre van) pues hay inviernos cálidos y oscuridades claras, por hacer el oxímoron. Nunca será tarde si hay un sol a la puerta de mi noche.

viernes, 16 de diciembre de 2011

La calma que vendrá

Este café en el que escribo. Yo, que siempre he sido dado a la dejadez, soy irracionalmente fiel a este café urgente, Imperio que siempre impera, para trabajar mis escritos, para leer, para estar conmigo en los adentros de mi vida. Salgo después a la calle con mi exilio voluntario, con el reloj adelantado, y el tiempo no me deja tiempo para poner el tiempo a tiempo, por decirlo con el autor. La lluvia ha llenado la ciudad. La ciudad, sí, está llena de lluvia. Pasear por la ciudad, en la mañana de diciembre, femenina y solemne, fresca y cálida -parece increíble-, invadido por el pirata del viento. Tengo una soledad razonable. Más razonable que yo, diría. De momento, sigo a tu recuerdo que es una miríada de luciérnagas, que ya no me huye, lo observo cuando se para a recordar recuerdos de futuro y, cuando camina, voy tras él. Digamos que las vidas no giran alrededor de una obsesión, sino de dos. Lo dice Umbral y aunque no lo dijera. Tu recuerdo en mi sien me salva las distancias. Me vienen entonces unos versos de don Luis García Montero: "Hace falta ser lluvia, / caer en los tejados y en las calles, / caer hasta que el aire ponga / ojos de cocodrilo / mientras muerde la tierra igual que una manzana, / caer sobre la tinta del periódico / y caer sobre ti / que no llevas paraguas, / que te llamas María y Almudena, / que piensas como abril / en hojas limpias bajo el sol de mayo". Abrígate, mi amor -allá donde estés-, no cojas frío. Ya sabes que a veces una piel cubre mis dudas. Después de la tormenta vendrá la calma. Y en ella nos encontraremos.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Supernova

Supe de tu existencia
mi ardiente supernova
en este otoño tan invierno,
mientras tú vestida de noche
me traías luz de faro
y de escaparate.

Pienso en ti, hecha horizonte,
mientras regreso a las calles
distraído, y vibras en mi pecho.
Somos Adán y Eva expulsados
del Edén y el espejismo.
Busco tu llama en cada zarza
que vence a la curva del olvido
y me salva del naufragio.

Apareciste, pequeña y somnolienta,
como luciérnaga inquieta
en estos días de hecatombe financiera,
en estos días en que los locos
buscan cartas de amor
en buzones distraídos.

No sé qué decirte.
El viaje nunca acaba.
Soy parte de tu ciudad
como soy el hombre que te busca,
porque nunca es tarde,
porque al llegar tú llegaron los refuerzos
y somos otros, pero no peores.

Supe de tu existencia
y cubrías mi futuro,
febril y deseada.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sueños de un hombre

Días de ser hombre despierto de las doce y cuarto de la mañana (un medio ser de Ernesto Sabato o de Galeano). Días de ser hombre despierto, de obstinarse en vivir, de mi sentido y tu sensiblidad olvidadiza y prudente. Hoy, miércoles, escribo en La Corte, mientras diciembre ahuyenta las palabras frías del invierno, que no ha llegado, y el eje de mi narración es lírica como siempre acostumbra a ser. Son horas en que todo sabe a una hermosa muchacha que pasa tras la cristalera y se callan los soles. Días de pupila abierta y nuevas amistades. Días de senda y de futuro, de estrépito de andamios, de políticos que se ausentan, de un desastroso sistema financiero. Ser dos hombres en uno. El que escribe y el que siente. Entre sentir y expresar, ya lo sé, hay un abismo. Me consuelan tus veintitrés que están llenos de palabras (aunque tú no lo sepas). Me consuela la literatura. Me consuela cualquier charla que esté entre dos paciencias (no hay distancias). La verdad es que de hombre despierto (Sabato / Galeano) se está bien. Llego a casa con unos versos en la cabeza: "Puede oírse el amor junto a tu cuello. / La ciudad sumergida nos espera". Es tiempo de soñar y de cartas repartidas.

La palabra convulsa

Días de sueño en la cabeza, en este tiempo
que camina por las calles y neones
y adquiere otra luz distinta.
Yo te espero sabiendo que estoy vivo
y llegarás resplandeciente, abierta,
como una supernova.

Me apresuro despacio a tus pupilas
como un ala en vuelo, vuelvo a ti,
a veces me da por pensar
que soy el hombre que canta y te enamora
en esa aula-cueva involuntaria.

Ahora me viene tu nombre mismamente
y esta tarde en su sitio tan nosotros,
tan tú y yo soñando algún diciembre
me recuerda aquello que es vivir.

Difícil es tejer buenos poemas
pues somos una fila de huracanes
esperando el alba a lo Cernuda,
con la belleza primeriza de Rilke.

Sueño o no sueño. El mundo no es tan mundo
como parece, si te encuentras lejos.
Tu voz me dice que aún no es tarde.
No hay que buscar ya más. Por fin te encuentro.

martes, 13 de diciembre de 2011

Toda la vida es ahora

Toda la vida es ahora,
no mires pasar los días
como quien resiste heladas y dudas
del planeta que siempre habitas.
Basta de tristezas,
de criados desleales,
de ventanas alejándose
y heridas luminosas.

Toda la vida es ahora
cuando tu piel brilla
y el futuro se desliza
en el relámpago de tu risa.
Buscándote.

Toda la vida es ahora
a sabiendas
de que al borde del olvido
está el balcón, galaxia en espiral
donde todos los amantes
gritaron la ronquera de sus nombres.

Adoro tu rostro, y regresas
con la esperanza puesta
tan dulce, ferozmente
porque apareces en todos los planes,
porque todo en ti
encuentra un horizonte.

La gente, ya te lo dije,
nada sabe de amor
si no se reconoce en nuestros pasos,
camino nunca andado.

Nada está escrito.
Al fin y al cabo,
toda la vida es ahora.

Y, aunque el mundo se agriete,
todo empieza en ti. En tu regreso.

lunes, 12 de diciembre de 2011

V ó F

Salgo del exámen y a mí me llueve más que al resto, más incluso que a Verlaine (aunque no lo parezca). Al menos charlar con mis compañeras me da un poco de aliento vivo a los pulmones. V, F, V, F, el conductismo es lo mío. Digamos que las veinte primeras preguntas las puede uno tener bien. O no. O qué sé yo. El problema está en que a veces, ciertas veces, uno está asustado. Estar vivo quizá sea eso, estar asustado. Los miedos no son terribles. Lo malo es que el miedo a veces nos paraliza, nos impide tomar decisiones, participar de la realidad que vivimos y no eludir la responsabilidad que nos toca a la hora de transformarla. Eso es lo que me llevó a ser reservón (para mí una selva inexplorada), a dejar unas cuantas preguntas en blanco (tomado por el viento). Estos días uno está triste y urgente. No me gusta vivir con prisas. A veces lo hablo con mi entorno. Últimamente ando algo perdido, como decía el cantautor. Uno se mira hacia adentro y nunca se encuentra el alma ni nada que lo valga. Días de prisa en la cabeza. La gente vive anclada en su urgencia. Pero yo no. Yo no quiero las prisas. No son buenas cuerpo adentro. Escribo esto sobre el agua o sobre la arena, aunque estos días hay un Miguel Ángel Gómez que surge de las prisas, como digo / decía, con su miedo y su diciembre terco  entre la sienes (ése que será tuyo y mío). Llego a casa y me quedo haciendo balance entre mí mismo. Prisa o no prisa. Vendrán tiempos mejores, lo sé, y me traerán tus palabras que me salvan del naufragio, destellos de felicidad que se cruzarán por mi camino. Y me reconciliarán con el mundo. Como esta tarde.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Acuérdate de nosotros

A X, que incendia mi remedio con certezas.

En este diciembre, esta memoria sin duda

como casi siempre que te espero.

Los nervios de empezar un amor

que encharcan los pulmones,

y echarte de menos.



Esta memoria sensorial,

cámara fotográfica

que captura tu sonrisa

a través de mis sentidos.

En medio de esta crisis financiera

de repente pienso en ti

y la información es una promesa,

un balcón en lo alto

sin oscuras golondrinas,

un escaparate que refleja fiel

al hombre que te busca,

que soy yo.



El tiempo pasa y somos otros

habitando otros cuerpos,

pero no peores.



Somos quienes somos,

esta memoria conocida,

azul como un glaciar

que trae noticias de tu regreso,

mientras te digo que aquí estoy

para darte besos y rumbos nuevos,

reforzadores y conductas,

mi cruz del sur.



Ven. Acuérdate de nosotros.

Y vístete de horizonte. Lo mejor está por venir. Este

diciembre será tuyo y mío. Pues vivimos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Tu regreso

En este invierno tan primavera te dejo como herencia mis versos, tu sonrisa que atraviesa nieblas y distancias y llega hasta mis sienes para amarme despacio. Por una vez recordemos las luciérnagas de mi frente y vistámonos de copas en la madrugada. El rostro de un hombre solitario contempla la promesa de tu encuentro, muchacha difícil. Vente, nunca es tarde aunque pesen los fracasos. Leo esto en La utopía skinneriana, de José Luis Prieto, y las palabras me traen tu nombre indefinido: "Cuando a un elemento concreto de conducta le sigue determinada consecuencia, es más probable que ocurra de nuevo, y una consecuencia que tiene el efecto de renovar esa conducta de que hablamos se denomina un reforzador". Vámonos, pequeña criatura, aún no es tarde. Cacemos nuestras almas como Nabokov cazaba mariposas. Nada está escrito, no hay por qué cometer los mismos errores. Obviamente estamos vivos, y seguimos sin brújula. Tú, reforzador en mi conducta. Yo, tan Ulises esperando oír tu canto, y este invierno tan primavera con la luz quemando las calles, como digo, que me llena de sueños y tareas. Yo la quise, y a veces ella también me quiso, se decía Neruda. Y todo empieza en ti. En tu regreso.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La ráfaga en la que anido

Una ráfaga de futuro ha pasado por mi cuarto, y uno, ya, en cierto modo, vive de ráfagas. Sé que hay que creer en lo que uno va haciendo, tener fe en sí mismo, y en ese sentido creo que mis poemas (esos que no han visto aún la luz) cada vez se parecen más a mis poemas. Sigo con mis paraísos cotidianos, enfrentándome a lo vivido, o a nuevas ideas, historias, fantasmas que a uno le persiguen (no sé ya si son ocho o nueve). Continúo pensando en voz baja en el eco de tu piel, en tu sonrisa que trasciende, y no hace mal a nadie. Uno es tremendamente afortunado. La poesía eres tú. Escribo sobre todo lo que me emociona. Tengo alguna que otra inquietud y tu fragilidad que es tiempo ganado. No sé si se canta a lo que se ignora, yo canto, con mi equipaje abierto, a cuanto me rodea, a lo que me mira sin verme para que no se quede el sueño congelado. Empezamos nuevo libro y, faltaría más, está lleno de interrogantes. Os dejo uno de mis descartes, un boceto-homenaje a García Lorca, que se titula El crimen (espero que os guste).

EL CRIMEN
Duro crimen
letal y desvariante,
la inspiración.
Ha de cogerme trabajando
bajo el reloj de la mañana,
con esa luz que mata: Quieto ahí,
dice erguida e impasible.
Ha de asaltarme
de rodillas y por la espalda
como aquel escuadrón de sombras
al granadino
que fue valiente.
Duro crimen,
la inspiración.
Ha de nutrir mis ojos
y convocar al duende,
rapto que repta entre mis sienes.
Para vivir sin verme.


martes, 6 de diciembre de 2011

Te eché de menos

Te eché de menos

rezumando urgencia

y oscuras golondrinas.

Hoy amanecí febril

y sin ganas de amanecer.

Pero recordé con este corazón

y con las cosas buenas

que soy un privilegiado.

Vivimos tiempos difíciles y,

para quien no lo sepa,

esbozar una sonrisa

es suficiente para abandonar

al fracaso rocambolesco.



Te eché de menos y, ya ves,

mis ojos brillaron

con el calor de tu sms,

y el mundo era mundo,

un rumor de palabras prudentes.



Ahora traigo ideas nuevas,

un cúmulo de sensaciones

por asimilar,

el contexto de lo vivido

que me dice cuáles son las deudas

que silban por mis venas.



Te eché de menos muchas veces mucho

y, al cerrar los párpados,

yo quería ser yo, que diría

el poeta granadino García Lorca.



El ser humano es poliédrico

y nada sabe de amor

si no se reconoce en nuestros pasos,

ya te lo dije.

Creo en un mundo mejor, e inevitable.

¿Y para qué mentirnos? Creo en ti. En esas ando.

Duermes

lunes, 5 de diciembre de 2011

En otro amor

No es conveniente olvidarse de la lectura a la hora de comprender los nuevos caminos. Está visto que es difícil dejar de escribir, como lo es dejar de soñar despierto o de creer en la utopía. Pero en esas estamos. Leo, al despertarme, una frase de Gregorio Marañón que me acompaña el resto del día: "Todo hombre lleva en la sangre un fantasma de mujer, y viceversa". Se lo comento a mi amiga X, y ésta me responde: "¿Pero a ti qué más te da si tienes ocho o nueve novias?". Y es la primera noticia que tengo. Que yo sepa no tengo ninguna. En fin, toquemos madera. Pero de igual forma, quitándole importancia, ¿es grato tener ocho o nueve fantasmas pululando alrededor de uno, entre el extraño bullicio de la gente? Muy sano no debe de ser. Yo imagino que solo tengo uno debajo de mi piel que vuelve con eco, y solo yo lo sé. Pero es costumbre que, últimamente, la gente me adjudique novias y más novias, y es gracioso. Uno no es de tener novias, solo es de estar a lo suyo, de ser prudente y de pedir muy pocas cosas, como Pessoa: café o risas, simplemente. En ese sentido soy bastante rico, en sonrisas y café. Y seguiré siéndolo. Continúo sin trabajar en mi charla sobre La Celestina. La tengo hecha en mi mente, y eso me basta. Sé lo que voy a decir, cómo voy a empezar y a terminar. Sé qué cosas contaré (las que no se cuentan). Y sé de quién no voy a hablar. No hablaré ni de Pármeno, ni de Sempronio, ni de Celestina, ni de Pleberio, ni de Areúsa, ni de Elicia, ni de Lucrecia, ni de Alisa, ni de Tristán, ni de Sosia, ni de Centurio. Solo hablaré de Calisto o de Melibea que, ya por sí solos, abarcan muchas cosas. También de García Montero. Tras meditar sobre esto, escribo un poema de poeta maldito (oscuro), y charlo con Lorena y con mi nostalgia por verla. Solo ella parece hablar en mi idioma, tener proximidad. Para finalizar este día posiblemente hermoso me quedo con una frase de Lorca: "Quise llegar a donde / llegaron los buenos". Ya ves, me atrevo a soñar y a sonreír. Nunca es tarde.

jueves, 1 de diciembre de 2011

La cena

Soy las diez y media de la mañana y amanezco con nuevas ideas para mi futuro libro sobre Lorca y los poetas malditos. Se me ha ocurrido rescatar un posible título del pasado para entender la nostalgia definitiva. Será, provisionalmente, Poeta en Astillero. Con guiño a Federico incluido trataría también de autodestruir (de forma pacífica) algunos de los pasos perdidos que allí quedaron, darles la grandiosidad poética que merecen. Sigo necesitando charlar con alguien sobre Lorca. Quiero decir, en Fantasmas hospitalarios entran habitualmente (viven y se desviven) 70 personas, pero ninguna de ellas se digna últimamente a tomar café compartido cuando estamos más despiertos, a contarme un poco de su mañana. Aunque yo, como el cantante de Estopa, siempre dejo un espacio para la esperanza. Llego a mi destino y tomo algunas anotaciones en una mesa sin horas en el café del "Ayre Hotel Oviedo". Me viene a la mente la cena del Máster. Sé que somos pocos en Lengua y Literatura. Pero respeten mi insistencia. Mientras haya una única persona (de todas, que son muy agradables) para mí sería suficiente para no tener que hablar a solas con mi alma. Que está bien. Pero a veces, ciertas veces, viene bien hablar con otras pupilas gemelas y otras soledades, de lo bueno, de lo malo, de lo que va llegando. No es tan grave el olvido. Tengo un poco descuidada mi charla sobre La Celestina, uno no tiene tiempo para todo. Me entero después de que Galeano es uno de los candidatos al "Premio Cervantes" y a uno se le queda prendida por unos momentos una sonrisa en el rostro mientras continúa pensando en la utopía. Hablando de utopías, me llega un sms de N: "¿Cómo estás, pequeño saltamontes?". Y me recuerda: "Aún te debo una cerveza, lo sé. Para eso están los superpuentes, ¿no?" Y uno, que ha dejado de ser Clint Eastwood hace tiempo, le contesta con belleza humana, un pronto nos veremos y otras pamplinas por el estilo. Para concluir el día le dedico un haiku, pero a A., que aquí se queda. Hay voces misteriosas que son una forma de deseo: "Abro el almario: / elijo tu sonrisa, / tu voz de aula".