jueves, 30 de septiembre de 2010

No muy lejos de aquí

Mi cuerpo entre las verdes montañas de Ramales, el corazón en algún lugar de París, la mano derecha, lo sé, en Astillero (entre mañanas grises o luminosas); la izquierda en la playa de Los Locos en Torrevieja, la vista en el color dorado de la Plaza Cataluña en Barcelona; el olfato en el perfume de tiempos pasados y ciudades lejanas, el pensamiento quizás no muy lejos de aquí...

Las horas apacibles

1
Donde yo vaya
París me seguirá:
es una fiesta.


2
Hágame sitio
me susurra la vida.
Y conversamos.


3
Algunas veces
quiero romper la vida,
quiero ser otro.


4
Ahora llueve:
cerramos las ventanas.
Fin del otoño.


5
Lejos un perro
aúlla solitario.
Luna redonda.


6
Ya desde lejos
desde aquel bulevar,
se alza una fuente.


7
En Astillero
el sol baja rodando
sobre la ría.


8
Tomo café
y me imagino el alba
en otro sitio.


9
En Nueva York
renacimiento efímero
que no descansa.


10
Lejos mi tierra
y, no obstante, qué cerca.
Yo no la olvido.


11
Yo no deseo,
no busco, no imagino
más que la vida.


12
El aire es calma,
poniente vaporoso,
iluminado.


13
Allá en un banco
la luz de atardecer
sobre mi hombro.


14
Soy siempre el mismo,
me siento siempre yo
tal como quiero.


15
Le dejo al cielo
sus tormentas y rayos.
Viento del norte.


16
Miro de nuevo
las cosas positivas.
Caigo en la duda.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo también soy sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...       

(Ángel González, Palabra sobre palabra)



"A pesar de todos mis esfuerzos, vuelvo siempre hacia ti; y mis ideas, que desearía fijar un momento en otros objetos, me presentan sin cesar tu imagen. Me parece como si mi existencia estuviese ligada a la tuya, como si no me encontrase por entero allí donde tú no te encuentres. Todas mis facultades quedarían perdidas si no te amase. Pero si me ordenas que te evite, olvidaré la hoja nueva. El sol de primavera y los días de estío serán para mí como las nieblas con que termina el año, como las noches sombrías del invierno. Estaré solo en medio de los pastores, como si viviese abandonado en un país estéril; mudo en medio de sus cantos; y me alejaré de los sacrificios y las danzas, a fin de no importunar con mi tristeza a aquellos que todavía pueden estar alegres".      

(Étienne Pivert de Senancour, Obermann).

martes, 28 de septiembre de 2010

Sálvese quien pueda

La huelga del 29-S me recuerda las palabras que en su día dejó dichas Ernesto Sábato en su legado esencial Antes del fin: "Cuando por la calle veo tantos negocios cerrados, o vecinos del barrio me detienen para decirme que no podrán seguir manteniendo su tallercito, que no les rinden las ganancias para cubrir los impuestos, pienso en la corrupción y la impunidad, en el grosero despilfarro y en la opulencia amoral de unos cuantos individuos, y tengo la sensación de que estamos en el hundimiento de un mundo donde, a la vez que cunde la desesperación, aumenta el egoísmo y el sálvese quien pueda".

lunes, 27 de septiembre de 2010

Una invitación

Leo en De camino a Babadag, de Andrzej Stasiuk, una leyenda tan disparatada como hermosa, pues me hace reflexionar acerca del paraíso: "Justamente el día en que el Señor repartía la tierra entre los pueblos, el moldavo se quedó dormido. ¿Qué va a ser de mí, Señor?, preguntó tristemente. El Señor miró desde arriba al adormilado y preocupado moldavo y se puso a pensar pero no se le ocurría nada. La tierra estaba ya distribuida y, en calidad de Dios, no podía cuestionar sus propias decisiones y menos aún dedicarse a reasentamientos. Finalmente hizo un gesto con la mano y dijo: Bueno, qué se le va a hacer. Ven, te instalarás conmigo en el Paraíso".


Andrzej Stasiuk, De camino a Babadag, Acantilado, 2oo8.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Unas líneas

Paso las horas de este domingo a la orilla del recuerdo, meditando en vano, mientras escribo unas líneas:

En cualquier amor imposible hay una utopía hecha siempre a nuestra medida.

Toda vida es una colección de nostalgias.

La culpa, seductora y viviente, persuade. La verdad resuena.

Los ecos: imitaciones pobres del olvido.

Un poeta es un jardinero que convierte las palabras en lugares hermosos.

Nunca me quejo. Tengo un buen compañero: el pensamiento.

Escribir poesía, como todas las cosas en sí importantes, es cuestión de método.

Los sueños, lejanos y cercanos, pueden serlo todo menos mentira.

Escucho la música en que siempre me aguardabas.

Me entusiasman los días tranquilos, descalzos, cuerdos, uniformes.

Cuanto más sé de la vida, más triste me pongo.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Soy un instante

1
Otros países.
Me olvido de quién soy.
¿Seré yo mismo?


2
En pleno invierno
sensaciones de otoño
y primavera.


3
Allá a lo lejos
bosques tumultuosos
sin luz del sol.


4
Pasan los días.
Son ellos quien me viven.
Y yo su tiempo.


5
En gran ciudad
con compañera alegre,
luz de azucena.


6
Esa muchacha
ya nunca más la vi.
Labios fugaces.


7
Miro Notre-Dame,
se proyecta hacia el aire.
Milagro y miedo.


8
Hasta el asombro.
Hacia otro planeta
huyo distante.


9
En el café
sentado largo rato
con mis ideas.

Elogio del regreso

Mientras me dirijo en tren a Gijón, a la altura de La Calzada, mis pensamientos componen esta frase: "Quisera regresar a todos los lugares en los que he estado y en los que aún estaré". 

jueves, 23 de septiembre de 2010

Travesía

El índice del día me señala
tu cuerpo, tu imagen, el aroma
de unas manos que, contigo, saben a océano
-conservan su azul y su frescura-
y sin ti a nada saben.

El índice del día me señala la dicha
de estar hoy contigo, en este café-Tú
que no tienes amor, yo que nada tengo-
charlando del mundo que somos,
de qué cosas quedan,
qué sueños por llegar.

Me señala todo eso-y la esperanza
de compartir contigo
una última travesía, la de la vida,
con sus tardes quietas e indolentes,
con sus presagios, su inercia, su silencio.

Una barca atraviesa el mar eterno,
y yo me alejo lentamente
(Me miras, me hablas, convergemos...)

miércoles, 22 de septiembre de 2010

En tu pecho

Estoy seguro de que resonarán los pesados pasos del tiempo y que con los ojos -o a oídos despiertos- recordaré estos días de alegría grande en que crecieron flores en tu pecho. Dulce, hermosamente, su contorno se recortará en la distancia próxima del cielo. Me veo envidiando a aquellos que puedan sentirse dichosos cuando todo es un invierno frío, sintiendo todo de todas las maneras. Me veo, esté donde esté, sonriendo mientras la calle es un libro cuyas páginas se amontonan en el zaguán que es mi vida. Vale, pues, la pena vagar por las silenciosas y soleadas calles de Astillero en completa libertad y mirar trémulamente quieto el camino recorrido, todo lo que nos ha rodeado, como la noche cuando encierra la existencia enigmática de los astros discretos.
Cada uno de nosotros es varios. Somos sólo el maderamen del barco que nos lleva en la mañana, el pasado irreparable y el futuro imperfecto que es hoy, la sonrisa misteriosa como de costumbre sobre la ría, lo que aguarda en un modesto cafetín donde refugiarse, la añosa arboleda que proyecta una sombra deliciosa. Somos los que no fuimos, pensando, queriendo, sintiendo. Como el ruido de agua que corre hacia los estanques, bosteza ya la mañana tras el cristal, harapos de existencia que nos hacen no pensar.
Hacemos el ser humano sin rendir cuentas. Sin ir más lejos. Ni indiferentes ni extraños porque, de rato en rato, somos felices.
Miraré de reojo a estos días. Partiré, móvil y viviente, en un tren perfecto y sin esperas. Desechando dolores pasajeros, diré: todo va bien, me alegro de haberte encontrado a ti, que lo cubres todo, mi llanto y mi pensamiento.
No echaré de menos las ausencias y no exigiré a Ícaro que queme sus urgencias, ni pediré a Casandra que adivine mi sombra. Sabemos que nos perderemos en los laberintos azules de las calles: culpables de coraje vagaremos sin sorpresa como muchedumbre furiosa y alegre por un mundo que nos reconcilia con nosotros mismos, sólo porque estamos vivos.
Resonarán, en verdad, los pesados pasos y recordaré los días en que un puñado de flores crecieron en tu pecho, en el instante en que el mundo era un invierno y nosotros no pensábamos: cómplices, inexorables, agradecidos y sin amor.

martes, 21 de septiembre de 2010

Tinta y papel


Leo la biografía Quemar los días del guionista norteamericano James Salter. Repleta de una prosa depurada a través de palabras certeras y silencios elocuentes, me detengo en uno de los pasajes en que dos contertulios charlan en una comida acerca de la literatura y de la vida. Uno de ellos -el distinguido anciano de pelo blanco- me resulta vagamente familiar:



"Años después, en una comida, me senté junto a una joven de ojos verdes, una poeta, que declaró con altanería que de los libros no se aprendía nada, que de lo que uno aprendía era de la vida, de la pasión y la experiencia. El anfitrión, un distinguido anciano de más de setenta años, lo oyó y discrepó. Tenía el pelo blanco. Su voz presentaba el tono ligeramente agudo de la vejez. "No; todo lo que he aprendido en la vida ha salido de los libros -dijo-. Sin ellos estaría a oscuras".



Y es que, en palabras de un amigo (también distinguido y que peina algunas canas) : El mundo entero está encerrado, tinta y papel, en las pocas páginas de un libro.





James Salter, Quemar los días, Ediciones Salamandra, 2o1o.

El eterno viajero

1
Es ese miedo,
esas búsquedas, huellas,
el horizonte.


2
Encantamientos:
París, Londres, Berlín,
Nueva York, Sidney.


3
Tarde avanzada.
El sol casi se extingue,
vieja amistad.


4
Ya casi solo.
Solo luces de olvido
de cada casa.


5
Muy pocos coches
en esta carretera.
Pero sí mundo.


6
Por todas partes
se iban amontonando
aquellos libros.


7
Hacía frío.
Apagamos la luz
y entró la noche.


8
Desde lo alto
a plomo cae el sol
sobre las calles.


9
Oigo caer
gotas en el tejado
y en tu regazo.


10
A cada instante
cualquiera se desvía
o retrocede.


11
Una utopía
en tiempos de pobreza
es una antorcha.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Por primera vez



Me gustan los Adanes y Evas que no se aburren de sentirlo todo de todas las maneras y se refugian en el coraje. Me gusta la gente insomnio y primicia que no echa nada de menos porque todo viaja dentro de sí mismos. No puedo dejar de leer los Diálogos de Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari: conversaciones que fluyen (como se advierte en la contraportada) a través de ellos o a pesar de ellos. Aquí dejo unas líneas pertenecientes al epígrafe "Macedonio Fernández y Borges", que a mí me interesa especialmente:

-Yo recuerdo que usted ha comparado con Adán a dos hombres.
-Es cierto.
-A Whitman y a Macedonio.
-Es cierto.
-En el caso de Macedonio, por su capacidad para pensar y resolver los problemas fundamentales.
-Y en el caso de Whitman, por el hecho de, bueno, de descubrir el mundo, ¿no? En el caso de Whitman, uno tiene la impresión de que él ve todo por primera vez, que es lo que debe haber sentido Adán. Y lo que sentimos todos cuando somos chicos, ¿no?: vamos descubriendo todo.


Jorge Luis Borges, Osvaldo Ferrari, Diálogos, Editorial Seix Barral, 1992.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Eternidad

"Hasta que no nos hemos olvidado del médico y de la enfermedad no hemos sanado".

"Hablar mucho de sí mismo es también un modo de ocultarse".

"Los monos son demasiado bonachones como para que el hombre pueda descender de ellos".

"La desgracia de las literatura alemana y francesa en los últimos cien años consiste en que los alemanes dejaron dejaron demasiado pronto la escuela de los franceses y los franceses, posteriormente, ingresaron demasiado pronto en la escuela de los alemanes"

"Dostoievski, el único psicólogo, dicho sea de paso, del que yo he tenido algo que aprender".

"Llegamos a los pensamientos a través de las palabras que flotan a nuestro alrededor".

"El amor le perdona a la persona amada incluso la lascivia".

"El aforismo, la sentencia, en los que yo soy el primer maestro entre alemanes, son las formas de la eternidad; es mi ambición decir en diez frases lo que todos los demás dicen en un libro, lo que todos los demás no dicen en un libro..."



Friedrich Nietzsche, Aforismos, Edhasa 1994.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La buena sombra

1
En Barcelona
me veo en el andén:
nos despedimos.


2
En la ciudad
cerca de los suburbios
calle distante.


3
Todo está inmóvil.
Hay farolas de brazos,
tanquilidad.


4
Tomé un taxi.
Mantuve ojos abiertos
en el trayecto.


5
Olor de calle,
el de cafeterías,
el de periódicos.


6
En la penumbra
las mesas y las sillas
son abismales.


7
Demasiado bullicio.
Un hombre trasnochado
por su tranvía.


8
De vez en cuando
un miedo existencial
me recompone.


9
En el paseo
bajo el fuego de luz
relucen hojas.


10
En el avión
tiembla un trozo del plano.
Desasosiego.


11
Aquellas risas
dejaban una estela
igual que el humo.

La fórmula

Bien sé que un buen amigo, tan joven como ilusionado, no ha ganado el Premio Antonio Carvajal de poesía (que se ha fallado recientemente). Y para consolarme me refugio en unas frases de Ernesto Sábato que leí no hace tanto, con carta de Albert Camus incluída: "El túnel -afirma su autor- fue la única novela que quise publicar, y para lograrlo debí sufrir amargas humillaciones. El túnel fue rechazado por todas las editoriales del país; hasta por Victoria Ocampo, que se excusó diciéndome: Estamos medio fundidos, no tenemos un cobre partido por la mitad. Qué auténtica me pareció entonces esa frase de Oscar Wilde: Hay gente que se preocupa más por el dinero que los pobres: son los ricos. Finalmente, el préstamo de un generoso amigo, Alfredo Weiss, hizo posible la publicación en Sur, y fue inmediatamente agotada. Al año siguiente recibí la noticia de su edición francesa, gracias a la generosa iniciativa de Camus".

París, 13 de junio de 1949

Le agradezco su carta y su novela.

Caillois me la hizo leer y me ha gustado mucho la sequedad y la intensidad. He aconsejado a Gallimard que la editen, y espero que "El túnel" encuentre en Francia el éxito que merece. Hubiera deseado poder decirle todo esto de viva a voz, pero la prohibición de una de mis piezas en Buenos Aires me impide dar allí las conferencias previstas. Si, no obstante, llegara a ir a Brasil, trataría de acercarme a título personal a Buenos Aires y me alegraría entonces conocerlo. De aquí a entonces, cuente con toda mi simpatía fraternal.

ALBERT CAMUS

Estoy seguro de que, de alguna manera, no todo está perdido. De hecho -pienso yo- una buena fórmula contra el miedo que nos mira de reojo, el que llevamos a cuestas, bien pudiera ser la que conoce y reconoce el portugués Fernando Pessoa: Espera lo mejor, y prepárate para lo peor.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Quemar los días

1
Soy observado
desde distintos puntos.
Y soy su suma.


2
Fila tras fila
los rostros se volvieron
para mirarla.


3
Hoy la ciudad
es como una galaxia.
Incertidumbre.


4
En la distancia,
aunque nadie la oiga,
aquella música.


5
Una vez y otra
yo recitaba versos
en mis adentros.


6
En el otoño
volvimos muy cambiados,
entre murmullos.


7
De noche el mundo
parece muy distinto.
Me desoriento.



8
Más de las once.
Mientras vuelo es el cielo
un mar de estrellas.


9
Miré al frente,
entre el viento y el ruido.
Los flaps bajados.


10

Hacía frío.
Las huellas de los neumáticos
se iban borrando.


11
Sobre Marsella,
a unos treinta mil pies,
solo las nubes.


12
Cerca del sol
surge en el horizonte
como una mancha.


13
Por la avenida
contemplaba los coches.
Nada que hacer.


14
En la ventana
un día parisino
se desvanece.


15
Viene una música
repentina y feroz
a medianoche.


16
Dejó su huella
perdurable, segura,
en mi memoria.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Sigo vivo

Astillero o París, pero aún sigo vivo, a su sombra, y la veo remota y cercana en los versos de Salter sobre los días felices: "El tiempo espléndido, con su ancho pulgar, nada borró".

Cerca de Plaza Athenée

(James Salter)

Tenía un coche de segunda mano,
amplio y luminoso, también azul,
del tono de los uniformes de la Marina,
el volante en el lado inadecuado,
cuatro marchas adelante
y también cuatro marchas atrás,
una llave de contacto pequeña
como las de una caja de seguridad
o una esquina del ayer.
El motor a su modo ronroneaba
,
los bulevares, con distancia,
deslumbraban con su luz.
Yo bebía, de súbito, la calma cierta:
entraba en París.

martes, 14 de septiembre de 2010

De mí mismo

Sé cada día más que por mucho que lea, todo será indiferente: siempre querré decir algo de mí mismo.

El anticuario de Sao Paulo

Echo un vistazo a una novela de Joaquin Paço D'Arcos que compré en una librería de saldo. El anticuario de Sao Paulo, que así se llama, narra la extraña aventura de un emigrante en el Brasil a modo de diario. Dejo aquí algunas de sus entradas, a mi juicio, más atrayentes:

Noviembre, 15

La rápida travesía toca casi a su fin. Ya no me acompaña por las noches Orión, ni tampoco la Estrella Polar. Ante nosotros, un poco a babor, brilla ahora la luz del Sur. Cruz que guiaste a los navegantes, ¿serás tú mi guía o mi cruz?

Diciembre, 22

Hemos regresado a Sao Paulo. De día, en el trabajo; de noche, en esta ciudad sin gracia, siento nostalgia de Río, de sus anchas avenidas, del murmullo incesante de las olas, del calor de los cuerpos sensuales...
¿De qué sirve luchar, soñar, para no salir de la mediocridad?

Febrero, 20

Leo, leo, leo. Solo así distraigo mi pena y mi inútil maquinación. Leo hasta altas horas, libros de arte, que me son útiles para la profesión, y a escritores rusos: Tolstoi y Dostoievski.
¿Qué es lo que me ha retenido? ¿Qué es lo que espero?


Marzo, 28

Siempre he notado en mí esta incompatibilidad entre la vena literaria y la vena amorosa. Cuando la segunda me domina, la otra se desvanece. Cierta vez, a bordo, pasaba los días absorto en la elaboración de una novela; dos azules ojos de extraño e inquietante brillo se posaron en los míos; y la novela quedó incompleta; ni una sola línea le añadí...


Joaquin Paço D'Arcos, El anticuario de Sao Paulo, Editorial Planeta, 1967.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Pensamientos

"Al menos mi voz te sigue. Ojalá te alcanzase".

"Esto es el desierto. En este silencio todo me habla; y en nuestro ruido todo se calla".

"Un sueño es la mitad de una realidad".

"A veces la razón no razona, y la sinrazón razona".

"Todo lo que se ve, todo lo que se toca, no es más que la piel, el cuero, la corteza, en resumidas cuentas, la última superficie de otra materia, invisible, interior".

"Los poetas tienen cien veces más sentido común que los filósofos, y buscando la belleza encuentran más verdades que los filósofos buscando la verdad".

"Saber emplear las palabras, y saber prescindir de ellas".

"Me duele dejar París porque tengo que separarme de mis amigos; y me duele dejar el campo porque entonces tengo que separarme de mí mismo".

"Hablan al oído; yo quiero hablar a la memoria".

"Humo. Todo lo que está vivo lo tiene".

"He ahí unos fantasmas de pensamientos muy bellos".

"Tres cosas son necesarias para hacer un buen libro: el talento, el arte y el oficio, es decir, la naturaleza, el trabajo y la costumbre".


Joseph Joubert, Pensamientos (ed. Carlos Pujol), Edhasa, 1995.

sábado, 11 de septiembre de 2010

El viaje a Roma

Leo El viaje a Roma, en palabras de su propio autor Alberto Moravia: "una fábula en la que la moral tradicional es sustituida por la moral freudiana". Ya en las primeras páginas su protagonista, el estudiante y poeta en ciernes Mario de Sio entabla una conversación de compañeros de viaje con una desconocida, en el tren que le lleva en busca de su padre. "Qué va a hacer en Roma? -¿Cómo qué voy a hacer? -Quiero decir, ¿qué hace habitualmente? ¿Qué es? ¿Estudiante? Y aquí hubiera tenido que contestar que, efectivamente, era estudiante, pero en cambio, de pronto, de manera ridícula, me salió una cosa que nunca le había confiado a nadie y que, por añadidura, ni siquiera era verdad: -Soy poeta. Yo esperaba, confiaba en volver a hacerle sonreír, indulgente aunque irónica. En cambio, dijo, seria, -¿Poeta? ¿Qué actividad es ser poeta? Y además, ¿por qué proclamarlo? Un poeta escribe poesías pero no va por ahí diciendo que es poeta. Sentí que me ruborizaba y me apresuré a corregir: -En realidad, no escribo poesías. Hasta ahora no he escrito ni una. -Entonces, ¿por qué dice que es poeta? me daba cuenta de que con esta pregunta ella apuntaba a lo que yo consideraba la justificación secreta y nunca confesada de mi vida. Una vez más, sin embargo, prevaleció el impulso de confiarme: -No escribo poesías, pero me considero poeta porque me identifico con un poeta que ha escrito todas las poesías que yo hubiera querido escribir y, para colmo, infinitamente mejor de como hubiera podido hacerlo yo".


Alberto Moravia, El viaje a Roma, Ediciones Grijalbo, 1989.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Curarse en salud

Los fantasmas, extraños e inquietantes, no necesitan curarse en salud. García Martín me comenta en la tertulia de hoy que no deja de darle vueltas al título de mi blog, incluso en aquellos lugares más recónditos e imprevisibles, como un hospital. Yo, por mi parte, considero que estos fantasmas míos son pálidos, escépticos y, sin embargo, vibrantes de vida. Como admitía Pessoa: "Sólo mis amigos espectrales e imaginados, sólo mis conversaciones resultantes del sueño tienen una verdadera realidad y un justo relieve, y en ellos el espíritu está presente como una imagen en un espejo".

jueves, 9 de septiembre de 2010

Vuelvo

Vuelvo a León en el umbral de la mañana y una vaga brisa que sale del calor del día, me hace olvidarlo todo y escaparme lejos. A veces tropiezo con un café o alguna calle somnolienta y tibia: el Café Cantábrico o La Rúa, pero de entre los lugares que más me entusiasman están el Café Alfonso V o el Café Pasaje que pasarán a formar parte de mi memoria y, por supuesto, la Gran Vía San Marcos (que a mí me transporta hoy a la Plaza Elíptica de Bilbao, no sé por qué). Doy un paseo por la Calle Ancha junto al Hotel París (que no deja de perseguirme) y voy a dar, lucidez y delirio, a una librería de viejo, llamada La trastienda. En el escaparate me encuentro con la frase del mes: "Hija, no toques esos libros, que son usados. A saber quién los habrá tocado antes que tú". Allí compro tres verdaderas maravillas que me reconcilian conmigo y con el mundo. Dos novelas de W. Somerset Maugham: El mago y Rosie (considerada por la crítica, según parece, la más lograda de todas); y Nido de víboras, de François Mauriac. De en medio de los ruidos de la indiferente ciudad sale un gran silencio mientras me alejo. Y pienso entonces que es hermosa la vida, y acaricio despacio las cicatrices del tiempo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Memorias de París

De repente el pensamiento vuela, por poco tiempo, y me trae sensaciones que no son de este mundo. Puedo sentir a los paseantes cruzar, muy calmadamente, la Rue d'Hauteville buscando nada o el bulevar Magenta, en La Bastilla; ver, casi saborear, sus cafés con terrazas, perderme entre aquellas abigarradas librerías de viejo o en el lento discurrir de las aguas del Sena y de las horas. Un poema de Saray Alonso -el que yo prefiero- me trae un perfume inagotable que no se desvanece, momentos que vuelvo a estrechar con el corazón. Qué no daría, así y todo, por poder ver el mundo con los ojos de Nerea una mañana de calma cierta de hace algunos años, yo, que aún conservo nuestro mapa. El poema en cuestión se titula "París". Y habla de la fugacidad del instante y del mundo.

PARÍS
Siento que algo me recorre por dentro,
Quiero creer que el fuerte viento
Provoca un incesante escalofrío en mí,
Pero no es así,
Es París.

Me gustaría poder cerrar los ojos,
Y no repetir una y mil veces
La misma escena.
Pero ¿qué queréis?
Es París.

Siento el vaivén del Sena bajo mis pies,
El frío en las mejillas,
Rizos indomables.
Pero qué importa.
Es París.

Llueve,
Y a penas puedo pensar con claridad,
Hace frío, y también calor.
No sé qué ocurre.
Sólo sé que esto,
Es París.

martes, 7 de septiembre de 2010

Panorama

1
Siempre la luna
soporta los fantasmas
de cada insomnio.



2
Arde mi lámpara
más que cualquier estrella.
Siempre sin ti.



3
Muerto de frío
otro cuerpo me sigue.
Es tu recuerdo.


4

Apresuradas
vías y piedras. Pronto:
fin de trayecto.



5
No se despide
apresurado el día.
Flota en un charco.



6
La primavera
es toda ella locura
o así parece.



7
Viejas líneas
me devuelven tu imagen.
Eternidad.



8
Caen las hojas
en el estanque anónimo.
Sigue la calma.



9
En mi tablero
no están quietas las piezas
de la memoria.



10
Cuántos poetas
entran en uno solo.
Y cuánto llanto.



11
Cae la lluvia
pronunciando tu nombre
en cada gota.



12
Cada fantasma
es aún más fantasma
si no se esfuma.



13
Son los más cortos
días inolvidables.
Como el amor.



14
Tan solo un verso,
solo uno, es preciso.
No lo conozco.


15

Con esa luna
hasta el fin de mis días
no estaré solo.



16
En mi memoria
hay una soledad.
Y no la olvido.

domingo, 5 de septiembre de 2010

SARCASMOS Y AGUDEZAS

BREVIARIO
En medio de todas las dudas a las que damos vueltas desde hace cuatro mil años de cuatro mil maneras, lo más seguro es no hacer nada nunca contra la conciencia de uno. Con este secreto se goza de la vida y no se teme nada de la muerte.


CRÍTICO
Un excelente crítico sería un artista que tuviese mucha ciencia y buen gusto, sin prejuicios y sin envidia. Es algo difícil de encontrar.

DEBILIDAD
Solo los débiles cometen crímines: los poderosos y los felices no tienen necesidad de ello.


DESDICHAS
Somos desdichados por lo que nos falta pero no felices por las cosas que tenemos: dormir, etcétera, no le hace a uno feliz; pero no dormir es insoportable.


HÉROES
No me gustan los héroes: arman demasiado estrépito.


MUJER
Un hombre tiene siempre razón cuando admite que se equivoca frente a una mujer.


PLACER
El placer da lo que la sabiduría promete.


ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS
Mi objetivo es observar siempre el espíritu de los tiempos: es él quien dirige los grandes acontecimientos del mundo.



Voltaire, Sarcasos y agudezas (Ed. de Fernando Sabater), Edhasa, 1994.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Cachivaches

El verdadero amante, aislado del mundo entero, solo se teme a sí mismo.

Pongo nombre a los atardeceres, y no tengo ninguno repetido.

Cuando cierro la puerta, los fantasmas saben que no deben molestarme.

Hay recuerdos perpetuos que se descuidan en la fresca brisa del olvido.

El semáforo ámbar es duda. Pero también coraje.

Ni el amor, ni una mirada verdadera, ni una cerveza con un ángel una mañana lenta, ni una calle con dudas, son obra de la casualidad, sino que nos están misteriosamente reservados.

Las lágrimas de cocodrilo son fórmulas de la impotencia.

Del otro lado de la nada, las sombras son empujadas por los viandantes, ¿qué importa a dónde?

El amor mejor guardado es el que se deja a la vista de todos.

No me rindo a rendirme.

De madrugada cruza el cristal la luna. Escalofrío.

Cuando un soneto cojea es porque le falta su Quevedo.

Mírame mirarte con amor, para salvarme.

Un poema es, a veces, un paraíso que puede dar más energía que el sol.

Me encanta tomar la luna, transitoriamente ausente.

Hay sin ir más lejos pero no hay sin ir más cerca.

Mi coraje, con ojos penetrantes, es esta calle llena de coraje.

Yo pienso también en usted, desesperado y extraño.

Mucho más allá de la medianoche, por la vereda de enfrente, las voces son humo o son niebla o son celaje.

Tengo lo que tengo pero también lo que tuve.

Cuando quiero escribir, todo llora, hasta mi risa.

Soy el piloto de esta memoria.

Nadie está a salvo de ahogarse en el llanto ni de salvarse.

Según Casandra las dudas ofenden.

Hay voces que sangran, casi imperceptibles, y son nuestro propio símbolo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Nada en particular

Leo en el tren, como de costumbre, Cosmopolitas de Somerset Maugham. En uno de sus relatos, Un amigo en apuros, su protagonista, mantiene un diálogo con un tal Edward Burton. No decepciona:"Me manifestó que ya no le enviaban su asignación y que necesitaba trabajar. Le pregunté qué edad tenía. -Tengo treinta y cinco años- me contestó. ¿Y en qué se ha ocupado usted hasta ahora?-Podría decir que en nada en particular. No pude menos que echarme a reír. Lamento no poder hacer nada por usted en este momento- le contesté. Venga a verme dentro de otros treinta y cinco años, y entonces veré qué puedo hacer".


William Somerset Maugham, Cosmopolitas, Ediciones G.P., 1958.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El juego en que andamos (II)

Mis horas más felices, aquéllas en una mesa de café con un libro entre las manos. Hoy le toca el turno a Hermann Hesse. Echo un vistazo a la edición de Siddharta que me compré en Luarca (no hace tanto). Abro el libro y me encuentro, en una esquina de ayer, con el siguiente pasaje: "¿No es cierto que lentamente, con muchos rodeos, me transformé de hombre en niño? ¿De filósofo en persona vulgar? Y a pesar de todo, ha sido bueno el camino, no ha muerto completamente el pájaro que se alberga en mi interior". Y lo que recuerdo a continuación, es un poema del prolífico autor Charles Bukowski, que me trae una gran esperanza. Se titula Pájaro azul.


PÁJARO AZUL


Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?


Hermann Hesse, Siddharta, Plaza y Janés editores, 1993.